lunes, 23 de julio de 2018

LA IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DE LA VILLA DE CALABOZO DURANTE LA CAMPAÑA DEL CENTRO (1818) Y EN OTROS MOMENTOS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA


Ubaldo Ruiz
 (Escuela de Historia de la Universidad “Rómulo Gallegos”. Calabozo, Guárico)

           
Como es sabido, dentro del largo y complejo proceso que representó la guerra de independencia se realizó la denominada campaña del centro, durante los meses iniciales del año 1818. Hace poco acaban de celebrarse sus primeros doscientos años, ocasión propicia para revisar nuevamente aquellos acontecimientos y generar debates conducentes a interpretaciones que permitan apreciar nuevos aspectos de una realidad, que como todas las realidades, fue infinitamente rica en matices. La presente es una propuesta con la pretensión de que sea sometida a la crítica, y de ser posible, que contribuya con esos debates. Tiene como centro argumentativo una exposición relativa a la importancia que pudo haber tenido la Villa de Todos los Santos de Calabozo dentro de las estrategias seguidas por algunos jefes militares durante ese período de la contienda emancipadora.
            La campaña del centro, concebida por Bolívar durante los meses finales del año 1817, tuvo como objetivo final la toma por los patriotas de la capital política, la ciudad de Caracas, desde Angostura, donde se había establecido el gobierno provisional de la República mediante varios decretos de El Libertador, como los que crearon el Consejo de Estado y el Consejo de Gobierno. Al respecto el historiador José Gil Fortoul (1978) afirma que Bolívar
Decretó, finalmente, que mientras no estuviese libre la mayor parte del territorio ni se pudiese establecer el gobierno representativo, el Jefe Supremo tendría un “Consejo provisional de Estado” (30 de octubre) para informar en los asuntos administrativos, y un “Consejo de Gobierno” (5 de noviembre) en quien delegaría algunas de sus facultades durante su ausencia en campaña.

                Para ese momento el ejército republicano tenía bajo su dominio el territorio de Guayana, el cual se comunicaba desde allí con la ciudad de Barcelona y la isla de Margarita, además de una parte del territorio de Apure, en donde campeaban las tropas llaneras al mando del caudillo José Antonio Páez. Por su parte las divisiones realistas comandadas por el general Pablo Morillo controlaban el resto de Venezuela y prácticamente toda la Nueva Granada. Bolívar consideraba que para la liberación de Venezuela era indispensable la toma de su ciudad capital. Por ello trazó el plan de conducir sus fuerzas desde Angostura hasta Caracas.
            A fin de llevar a cabo ese plan consideró auxiliarse con los llaneros de Páez, con quien había sostenido un intercambio epistolar desde el mes de julio de 1817. Carlos Alfonzo Vaz (1982) asegura que a partir de allí “continúan los contactos escritos entre El Libertador y Páez, mediante una correspondencia periódica.” Agrega este autor que en una carta fechada en octubre Bolívar le participa al jefe llanero: “Dentro de quince días, sin falta alguna, marcharemos llevando una fuerte expedición con todos los elementos necesarios para concluir, si es posible, esta campaña”. Obviamente  dentro de los planes de Bolívar ya estaba prevista la realización de la campaña del centro, aunque esta vino a realizarse algunos meses después.
            Cuando las circunstancias lo permitieron, en diciembre, se pudo dar inicio a la prometida campaña para liberar la capital. Para ello Bolívar envía una avanzada al mando del general Zaraza, que cruzó el Orinoco al sur de la provincia de Barcelona, pero fue derrotada por el general español Miguel de la Torre en el sitio denominado La Hogaza, al sur de Valle de la Pascua. Gracias a este triunfo, La Torre fue condecorado con la orden de San Fernando, expedida por el propio Rey, la cual le fue conferida en Calabozo el 16 de mayo de 1819, según informó la Gaceta de Caracas en su edición número 162 del miércoles 2 de junio de 1819.
            Al saber la derrota de Zaraza, dice Gil Fortoul (1978) que “Bolívar regresa a Angostura, organiza con su acostumbrada rapidez otra división de hasta 3.000 hombres, … remonta el Orinoco (31 de diciembre) y a los pocos días (enero) incorpora en San Juan de Payara parte de las fuerzas de Páez…”; sin embargo, la información clave de la campaña la da el propio Bolívar en una carta que envía desde el mencionado pueblo al Consejo de Gobierno el día 5 de febrero de 1818. En ella el máximo jefe republicano prevé una victoria decisiva sobre Morillo, quien “ha establecido su Cuartel General en Calabozo y ha concentrado allí sus fuerzas”. Del texto se puede interpretar que Bolívar pudiera haber pensado en obtener la independencia de Venezuela al infligirle una derrota al caudillo español en esta ciudad llanera, pues en la misiva afirma acerca de las tropas de Morillo, que “…batidas estas, San Fernando, Barinas, y toda la provincia de Caracas caerán en nuestras manos sin otra operación que marchar.”, y al final remata diciendo: “Yo espero tener dentro de muy poco la satisfacción de participar a V. E. una victoria completa y decisiva.” Citado por C. Alfonzo Vaz (1982).
            En la nombrada carta de Bolívar este afirma, como ha podido leerse más arriba que Morillo había establecido su cuartel general en Calabozo y concentrado en ella sus fuerzas. Si atendemos a lo afirmado por el historiador español Salvador de Madariaga, el mencionado oficial hispano tomó casi desde un principio a la Villa de Calabozo como el centro de sus operaciones militares y administrativas. Ello toma más importancia si se considera, tal como lo escribe el citado autor que la fuerza comandada por Morillo constituyó “…la expedición más numerosa que había cruzado el Atlántico desde el descubrimiento de América…” Madariaga (1959).
            Al hacer una revisión de lo escrito por varios historiadores, entre ellos Madariaga (1959) y Gil Fortoul (1978), se puede constatar que la expedición de Morillo, con aproximadamente 15.000 efectivos, arribó a Margarita el 7 de abril de 1815; a Caracas llegó el 11 de mayo; puso sitio a Cartagena de Indias desde el 1 de septiembre hasta el 6 de diciembre. De allí partió para Santa Fe de Bogotá, adonde arribó el 26 de marzo de 1816. En esta capital virreinal permaneció hasta “mediados de noviembre”, cuando, como afirma Madariaga (1959), “Enviando a La Torre por delante se puso en marcha hacia Venezuela…”. A principios de 1817 Morillo envía una carta al Capitán General, Salvador de Moxó, diciendo Madariaga que “Este documento está fechado en Calabozo, donde había instalado sus reales…”. El caudillo español realiza durante ese año 1817 una campaña por el oriente, en donde, como se ha afirmado más arriba había uno de los enclaves republicanos: el 13 de mayo está en El Chaparro, el 17 de julio en Margarita, y el 19 de agosta arriba a Cumaná.
            Durante los últimos meses de 1817, mientras se encontraba organizando la República y atendiendo los complejos problemas de insubordinación de algunos miembros de su oficialidad, como Mariño, Arismendi, Bermúdez, y el caso más emblemático protagonizado por Manuel Piar, Bolívar ha debido prestar mucha atención a los movimientos y a la disposición de las fuerzas de Morillo. A propósito del establecimiento de sus tropas en Calabozo, mencionado por Bolívar en la susodicha carta del 5 de febrero de 1818, Madariaga (1959) dice que
A fines de 1817 (…) Las divisiones de combate se encontraban: la primera, al mando de La Torre, cubriendo la línea de El Sombrero a El Calvario; la segunda, extendida desde Caracas a Valencia; la cuarta, bajo Aldama, en Nutrias, y la quinta, que mandaba Calzada, en Camaguán…
            En esta cita de Madariaga se puede observar el celo de Morillo por establecer todo un frente móvil a los bastiones republicanos de Oriente, Guayana y Apure, y cómo en la disposición de las mencionadas divisiones queda Calabozo casi en medio de un anillo de tropas, lo que confirmaría la situación estratégica que tenía en aquellas condiciones bélicas la Villa de Todos los Santos, y explicaría los planes de Bolívar para sorprender a Morillo en la ciudad guariqueña, y forzarlo allí a una batalla decisiva para la independencia de Venezuela, por lo cual es posible afirmar que Calabozo constituyó en esas circunstancias históricas, por lo menos para la visión de El Libertador, el núcleo de su atención para emprender la famosa campaña del centro y conquistar el objetivo político representado por la ciudad capital de Caracas.
            Tal como lo planificó Bolívar, el ejército republicano sorprendió a Morillo en la Villa de Calabozo, al amanecer del 12 de febrero de 1818. Las fuerzas realistas estaban dispuestas, según el historiador Adolfo Rodríguez (2004), de este modo:
El regimiento de caballería Húsares de Fernando VII reducido a 230 hombres y uno de cazadores del Navarra, ocupando la Misión de Abajo. El batallón de Castilla (450) hombres), en la Misión de Arriba; los batallones de la Unión, de 600 plazas y el de Navarra de 700 situados en el propio Calabozo.
            Hay que aclarar que las misiones nombradas eran dos antiguos pueblos de misión ubicados a distancia de una legua de Calabozo, siguiendo el río Guárico, corriente arriba la de Arriba, y corriente abajo la otra; hoy día ambas poblaciones están integradas al área urbana de la ciudad. Por su parte, las fuerzas republicanas estaban dispuestas de la siguiente manera: en el Estado Mayor, Bolívar, Soublette y Santander, la infantería marchaba en el centro, en dos columnas; la caballería de Páez a la derecha, la de Sedeño a la izquierda, y la de Monagas a la retaguardia. El desarrollo de la batalla, aunque resultó en una victoria parcial para los republicanos, no tuvo la condición de decisiva pues no se pudo destruir a las fuerzas monárquicas, las cuales se hicieron fuertes dentro de la ciudad, y después de aguantar un sitio de dos días pudieron salir huyendo hacia El Sombrero. Al final la campaña fracasó y Bolívar tuvo que regresar a Guayana sin lograr el objetivo propuesto. Morillo por su parte, volvió a establecer “sus reales” en Calabozo, en donde permaneció durante aproximadamente un año y medio más.
            En los meses que siguieron a la finalización de la campaña del centro, el general Pablo Morillo, dentro de su plan de mantener a raya  el avance de los republicanos hacia la capital, decidió tomar la ofensiva contra Páez, con miras a llegar hasta la propia Guayana. Quizás ni sospechaba que ya Bolívar estaba concibiendo una nueva campaña que lo llevaría hasta la Nueva Granada por el páramo de Pisba y Boyacá, pero siempre administrando el oficial hispano sus asuntos desde la Villa de Calabozo. Madariaga (1959) afirma que “Con su base en Calabozo, Morillo decidió tomar la ofensiva, con ánimo de deshacerse de él (Páez), para, luego, reconquistar la Guayana”. Eso lo intentó desde enero de 1819, pero después de sufrir varias derrotas sucesivas de manos de los llaneros, entre ellas la de las Queseras del Medio en abril, y con la cercanía del invierno, “decidió retirarse del todo, y cruzando el Apure el 14 de mayo, se volvió a Calabozo…” Teniendo como “su base” a esta ciudad, continuó Morillo sus actividades hasta que las noticias de la liberación de la Nueva Granada por Bolívar, y la presencia de este en Cúcuta, obligaron al Mariscal español a cambiar su frente de guerra hacia los Andes, ya a finales de 1819.
            La importancia estratégica de la Villa de Todos los Santos de Calabozo durante el desarrollo de la guerra de independencia ha sido notada por varios historiadores. El biógrafo de Bolívar, el alemán Gerhard Masur (1977), califica a esta ciudad, en los tiempos de la actuación de Boves como “…Calabozo, la capital de la región que aprovisionaba a Caracas…). Refiriéndose a la misma época, el biógrafo de Boves, Edgardo Mondolfi Gudat, asegura, después de considerar “la ubicación estratégica de Calabozo”, que esta ciudad era una especie de “atalaya desde donde podían pulsarse las distintas reacciones que suscitaban los hechos de Caracas en otras localidades más apartadas como San Fernando, Achaguas…” Adolfo Rodríguez (2008), no duda en calificar a Calabozo como “Capital de la guerra”, precisamente durante el período de la actuación del general Pablo Morillo. De la preferencia de este oficial por la ciudad guariqueña, dice Rodríguez (2008): “El cuartel general central de su Armada lo sitúa en Calabozo por múltiples ventajas determinantes, sobre todo su posición central en el teatro de la guerra.”
            De modo que no fue una casualidad, sino el producto de su clara visión estratégica de la guerra y de la política que El Libertador Simón Bolívar previó una posible acción militar contra el ejército expedicionario más importante enviado por España a sus colonias americanas, al mando del general Pablo Morillo, la cual, escenificada en la Villa de Todos los Santos de Calabozo, pudo ser decisiva para la independencia definitiva de Venezuela. De acuerdo a la opinión de los historiadores citados, y al estudio de los acontecimientos, queda clara la importancia estratégica de la ciudad de Calabozo dentro del marco de las acciones de aquella contienda, que nos legó la independencia política, y permitió el establecimiento de la República de Venezuela.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ACOSTA SAIGNES, Miguel (2009) Bolívar. Acción y Utopía del Hombre de las Dificultades. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana.
ALFONZO VAZ, Carlos (1982) Los Muxica Guariqueños de la Independencia. San Juan de los Morros: Editorial Los Llanos.
GIL FORTOUL, José (1978) Historia Constitucional de Venezuela. Tomo IX. México: Editorial Cumbre, S. A. Biblioteca Simón Bolívar.
MADARIAGA, Salvador (1959) Bolívar. Tomo I. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
MASUR, Gerhard (1977) Simón Bolívar. Barcelona, España: Círculo de Lectores.
MONDOLFI GUDAT, Edgardo (2005) José Tomás Boves. Caracas: C. A. Editora El Nacional. Biblioteca Biográfica Venezolana.
RODRÍGUEZ, Adolfo (2004) Calabozo Siglo XIX. San Juan de los Morros: Publicaciones del Rectorado de la Universidad Rómulo Gallegos.
RODRÍGUEZ, Adolfo y otros (2008) Ponencias. III Encuentro de Historiadores y Cronistas de Venezuela en Calabozo. Caracas: Miguel Ángel García e Hijo, S. R. L.

Imagen tomada de https://taimaboffil.wordpress.com/2010/12/01/1%C2%BA-de-diciembre-1817-bolivar-inicia-campana-del-centro-un-nuevo-intento-por-sumar-caracas-a-la-causa-de-la-independencia-oposicion-de-paez-frustra-el-proyecto/

viernes, 20 de julio de 2018

LA CALLE LOS TULIPANES DEL SECTOR GUAMACHAL

FELIPE HERNÁNDEZ G.
Cronista Oficial del Municipio Leonardo Infante- Valle de la Pascua //  fhernandezg457@gmail.com

I.- Ostenta el pretencioso nombre de Los Tulipanes (Tulipa gesneriana L.), homónimo de la flor nacional de Holanda y los Países Bajos, de Irán y Turquía... La calle Los Tulipanes nace en la calle Atarraya sur a la altura del sector El Valle, donde estuvo ubicada la Estación de Servicio “El Valle”, y se extiende de oeste a este hasta la calle La Atascosa, con sus lomitas y pequeñas colinas que forman como pequeños vallecitos, en su recorrido atraviesa las calles: Las Delicias (antes llamada La Condenada por el permanente mal estado), El Limón, Los Llanos, Principal de Guamachal, Martí, El Liceo y Perú, hasta llegar a calle La Atascosa donde termina, por el costado derecho de la iglesia Santísima Trinidad de Guamachal.

En sus inicios era un camino llamado el Paso de las Gandolas (Carlos Soto dixit), que se desprendía de la carretera nacional que hoy forma parte de la calle Atarraya y desde donde en los años cincuenta, a su vera comenzaron a construirse de manera espontánea incipientes viviendas, una casa o un rancho ahora y otro después. Las primeras viviendas fueron la de doña Petra González, don Manuel Camacho y doña Lula, Isidro González y su esposa doña Dolores Ramírez, don Félix Márquez y la familia Molina, Carlos Cuárez Soto, don Simón Correa y otras. A partir de ese entonces a la calzada se le comenzó a llamar El Páramo o Los Páramos. A las familias antes citadas, siguieron: don Bartolo García, doña Pragedes Blanco, Pedro Ramírez, doña Carmelina y su hija María Bermúdez, María Chirel, Ramón Vanezca, Luis Villanueva y otros tantos que llegaron posteriormente.
Expone el escritor y poeta vallepascuense, Eduardo Correa en su libro ¿Cómo era el barrio Guamachal de antaño? Recuerdos de un habitante (2017:11) que “tendrían que pasar décadas para lograr ver esa calle y alguna otra, porque era un “proceso”… que tardaba mucho tiempo: primero, calles de tierra llenas de huecos… había que bregar con el polvo y el agua de lluvia… después vendrían las aceras, el granzón y luego el asfalto… El servicio de agua llegaría... con las llamadas “plumas” o “llaves” públicas...”.
Cuando por primera vez fue patroleada durante el primer gobierno del Dr. Rafael Caldera (1969-1974), la municipalidad se percató que en la ciudad ya había una calle llamada Los Páramos, la cual nace frente al parque “Don Emilio López” al final de la calle Camaleones-sur, atraviesa la calle Atarraya, pasa frente a la clínica Los Llanos, cruza la avenida Las Industrias y termina una cuadra más adelante… razón que privó para cambiarle el nombre a la nueva calle.  

En su desplazamiento la calle Los Tulipanes pasa frente a establecimientos de servicio y comerciales, algunos desaparecidos pero aún recordados, entre ellos el desaparecido restaurant “El Valle” de la familia Rocha, luego estuvo la Panadería “El Valle” y hoy Víveres “Santa Rita”, al lado, la Estación de Servicio “El Valle” fundada por José Ochoa (quien también fue propietario de la finca La Ceferinera) a él le compró Napoleón Martínez (+) la estación de servicio; siguen: el Bar “Canaima” de don Isidro González “Taquito”, bodega y taller de bicicletas de Luis Villanueva, Taller Mecánico de ¿? Monasterio, bodega “Brisas del Llano” de don Ramón Vanezca, Abastos “El Bienvenido” de Francisco “Guacharaco” González, el Club “Los Tulipanes” del árabe-israelí Taizir Hassan, Bodega y Carnicería “la Reforma” de Juvenal Hernández, al frente estuvo la bodega de “Mono” Arzola y doña Carmen Loreto, y la bodega “13 de Diciembre” en el cruce con la calle Martí, propiedad de Rosa Higuera de Castillo (+) y su hija Teresa… La primera bodega de la calle Los Tulipanes la estableció doña Petra González. 

Un sitio emblemático localizado en esa calle, es el Parquecito de Guamachal o Parque Municipal “Don Vicente Sánchez Chacín”, construido en el año 1972 durante el primer gobierno del Dr. Rafael Caldera, siendo gobernador del estado Guárico don Alejandro Rodríguez Guzmán. Fue construido por el Concejo Municipal e inaugurado por el Prof. Miguel Vilera del Corral (presidente) acompañado del vicepresidente: Prof. José Gregorio González, junto con el Prof. Elpidio Barrades, Sr. Manuel Oropeza Fraile, Rafael López, Eduviges Loreto (Síndico Procurador) y el secretario Luis Ledezma Álvarez... En el acto designaron al Ramón Vanezca como responsable de su vigilancia y mantenimiento, el último encargado fue el Sr. Efrén Loreto (+).

En cuanto al origen del nombre: “Los Tulipanes”, existen distintas versiones. Eduardo Correa (Ibíd. p. 7), señala “…la zona de Guamachal, bien podía describirse con la muy conocida expresión popular de que “todo era bosque, guamachos, chaparros, acacias y cuijes. Como quien dice: “monte y culebras…”. Era un camino que iban a empalmar con el camino real de Guamachal (hoy calle Principal de Guamachal) y otros que conducían a pequeñas fincas y potreros localizados en el sector. A consecuencia del proceso de migración rural-urbano que se inicia a partir de 1936, el cual se acentúa a finales de la década de los años 40 y se incrementa significativamente a partir de los cincuenta, sesenta y setenta… a la vera del camino espontáneamente se van construyendo humildes viviendas dispersas, donde prevalece la cultura y los valores campesinos… Ante el crecimiento sostenido de la ciudad, el sector poco a poco va tomando aspecto urbano. Y prosigue Correa: “Las casitas, unas muy distantes de otras, se comunicaban por unos caminitos de tierra rodeados de plantas silvestres pequeñas, medianas o grandes... ese mismo caminito sería muchos años después, lo que conocemos hoy como la calle Los Tulipanes, cuyo nombre se lo puso mi padre don Simón Correa y a nuestro rancho el número 99”.
La vecina Teolinda Vanezca en entrevista (20/06/2018), señala que “durante la campaña electoral presidencial del año 1973, el candidato del partido Acción Democrática, Carlos Andrés Pérez visitó el sector Guamachal, la calle estaba muy deteriorada, con muchos huecos, al compás del eslogan de su campaña “ese hombre si camina, va de frente y da la cara…”, debió sortear y saltar muchos huecos y charcos, era el mes de junio”.
Una vez CAP electo Presidente de la República, siendo presidente del Concejo Municipal del distrito Infante el señor Manuel Oropeza Fraile, se aprobó asfaltar la calle, el contratista y los ingenieros de la obra recibieron instrucciones de cambiarle el nombre […] e “inspirados en un hermoso jardín de tulipanes, jazmines y capachos en flor de distintos colores que tenía frente a su vivienda la señora Manuela Vanezca (en la cuadra comprendida entre La Atarraya y Las Delicias de esa calle), aunado a la buenamozura de un grupo de gráciles muchachas del sector, entre las que se contaban: Teolinda e Hilda Vanezca López, Luisa Rengifo, Nancy Blanco, Carmen Chirel (+), Olivia Correa, Esperanza Molina, Fanny y Mayda Camacho Seijas y otras… los ingenieros reunidos en la bodega “Brisas del Llano” de don Ramón Vanezca Valera (+) donde desayunaban cada mañana, haciendo un símil entre las espigadas muchachas y las flores del citado jardín, resolvieron ponerle a la calle el nombre de Los Tulipanes. Corría el año 1974”.
Probablemente, lo que hicieron fue oficializar el nombre, “Los Tulipanes” que desde hacía tiempo corría de boca en boca entre los habitantes del sector. 
El estado de la calle Los Tulipanes actualmente está bastante comprometido, sobre todo el espacio comprendido entre la calle Las Delicias y Los Llanos, muchos huecos, perdida de la capa asfáltica y charcos de agua. La dirección de Desarrollo urbano de la Alcaldía municipal debe tomar cartas a fin de corregir el marcado deterioro de la calzada.  

II.- PARQUE “VICENTE SÁNCHEZ CHACÍN”: Mejor conocido como el parquecito de Guamachal, el parque “Vicente Sánchez Chacín” está ubicado en la calle Los Tulipanes, costado donde está colocada la puerta principal y desde donde parte una caminería que lo surca hasta la puerta ubicada al norte, donde comienza la calle Los Pinos; por el lado este pasa la calle Guamachal y por el oeste la calle Los Llanos. Cercado con tela de alfajol, presenta forma de un semitriángulo. Fue inaugurado en el año 1972 por el presidente del Concejo Municipal, Prof. Miguel Vilera del Corral, acompañado de los concejales: Prof. José Gregorio González (1er. Vicepresidente), Prof. Elpidio Barrades Martínez (vecino), Sr. Manuel Oropeza Fraile (vecino), Rafael López, Eduviges Loreto (Síndico Procurador Municipal) y el secretario de la Cámara, Luis Ledezma Álvarez... acompañados de un nutrido grupo de habitantes de sector, especialmente muchos niños que estrenaban los equipos de juego y recreación recién instalados.
El espacio destaca por el verdor de los árboles de olivo, roble, nim, acacia, taguapire de jardín, mamón, ponsigué, y guayacán… un pequeño pulmón vegetal que da sombra y frescor a los niños en sus diversos juegos infantiles, utilizando los bancos de hierro y de cemento y los equipos en regular estado que todavía resisten: dos columpios, tres sube y baja, dos toboganes, barras de hacer ejercicio y hasta unos arcos donde es común ver a los niños practicando y jugando futbol…mientras los padres y otros adultos sentados en los bancos los esperan y vigilan sus inocentes juegos… La rueda giratoria un buen día desapareció.
En la actualidad permanece abierto a toda hora, no tiene vigilancia y ningún mantenimiento y en las noches la oscuridad reina por falta de electricidad, convirtiéndose en un lugar propicio para la presencia de malhechores y malvivientes que consumen licor y probablemente otras drogas. Un llamado de atención a las autoridades municipales, especialmente a la dirección de Desarrollo Urbano y al encargado de Parques y Jardines de la Alcaldía del Municipio Infante, para que rescaten la memoria de ese espacio público, designen un encargado de mantenimiento, lo desmalecen, recojan la basura, los escombros y las ramas de los árboles que podan o cortan.
El Parque lleva el nombre de Vicente Sánchez Chacín, reconocido educador, intelectual y poeta… A continuación se presenta una sucinta biografía:
III.- VICENTE SÁNCHEZ CHACÍN (hijo): Educador, escritor y poeta, su edificante obra docente favoreció a varias generaciones de vallepascuenses y guariqueños de la primera mitad del siglo XX. Nació en Chaguaramas en el año 1900, fueron sus padres, el poeta don Vicente Sánchez Chacín y la poetisa, doña Olegaria Prieto de Sánchez. Fue casado con la maestra María de Jesús Belisario de Sánchez, con quien procreó cuatro hijos,  a saber: presbítero Vicente Sánchez Belisario, Teresa Sánchez de Guevara, Carmelo y Luis Gerardo Sánchez Belisario. 
Su labor poética fue muy apreciada, publicada en parte en periódicos locales, no ha sido recopilada. Autor de las obras siguientes: Don Quijote y BolívarDolor y apoteosisGente notable y tradiciones pascuenses. En la música escribió: Himno al CristoHimno a la acción social, y el vals Carmen Susana. Introdujo en los planteles que estuvieron a su cargo, el método fonético, consistente en un guión sintético para enseñar a leer, sustituyendo el deletreo que antes se usaba. Desarrolló una fecunda labor cultural, tanto en lo educativo como en lo social. Perteneció al grupo de avance que fundó en Valle de la Pascua, el Centro Bolívar en el año 1924, institución donde fungió de diligente secretario. Fue un versado conferencista y charlista de tópicos diversos, contumaz auspiciador de recitales poéticos. Su labor fue reconocida a través de diversos homenajes… Lamentablemente, casi nadie reconoce a quien honra con su nombre al Parquecito de Guamachal, como no hay busto ni tiene placa o valla que lo identifique, no hay manera de identificarlo.  
IV.- ESQUINAS DE LA CALLE LOS TULIPANES
EL VALLE: Situada al inicio de la calle Los Tulipanes cruce la Atarraya-sur, en el tiempo, en ese lugar se han establecido varios comercios, entre otros, primeramente estuvo un restaurant de la familia Rocha (calle Atarraya c/c Av. Libertador) y al doblar la calle, estuvo la estación de servicio “El Valle” de Napoleón Martínez; en la actualidad se ubica una distribuidora de maquinarias pesadas y al frente un establecimiento de comidas regentado por unas ciudadanas de nacionalidad dominicana.  
ESQUINA DE GUACHARACO: Esquina ubicada en la calle Los Tulipanes cruce con Las Delicias, a finales de los años sesenta el Sr. Francisco González Arzola, conocido desde siempre con el alias de “Guacharaco”, instaló un establecimiento comercial con el nombre de Abastos  “El Bienvenido”, más sin embargo, los clientes y relacionados llamaban el establecimiento “el negocio de Guacharaco”, de ahí, la esquina con el transcurrir del tiempo tomo el nombre: Esquina de Guacharaco.
ESQUINA DE LUIS VILLANUEVA: Ubicada en el cruce de la calle Los Tulipanes cruce con el callejón El Limón… desde los años sesenta hasta los ochenta aproximadamente, en el sitio tenía su casa de habitación, aunado a una bodega y un taller de bicicletas el Sr. Luis Villanueva, del cual tomo el nombre la esquina, hasta la actualidad.
ESQUINA DE VANEZCA O DEL PARQUE: En la esquina de la calle Los Tulipanes cruce con Los Llanos estuvo la bodega “Brisas del Llano” de don Ramón Vanezca Valera, el comercio lo estableció el año 1962, y ahí se mantuvo hasta principios del siglo XXI…
ESQUINA LA REFORMA: Popular esquina que debe su nombre al abasto y carnicería de ese nombre ubicada en la calle Guamachal cruce con Los Tulipanes; comercio de tradición familiar que en la actualidad es propiedad de Juvenal Hernández. Establecido en el año 1969, es una referencia municipal.
ESQUINA DE ROSA PATA BLANCA: Ubicada en el cruce de la calle Los Tulipanes con Martí. La bodega “13 de diciembre” propiedad de Rosa Higuera de Castillo (+), hoy regentada por su hija Teresa Castillo, tiene una data en el lugar de 30 años aproximadamente.
ESQUINA DE FIDELINA: Así se llama la esquina ubicada en la calle Los Tulipanes cruce con calle El Liceo. El nombre le viene por la acera alta de la vivienda que fue propiedad de Filiberto “Queque” Armas Arzola (+) y Fidelina Martínez... en los años setenta y ochenta y aun hoy, en las noches se reúnen algunos jóvenes del sector. Es popular la expresión “¡Nos vemos en la esquina de Fidelina!”.

REFERENCIAS
 ARCHIVO DEL CONCEJO MUNICIPAL del Municipio Infante (años 1972, 1974ss).
CORREA, Eduardo. (2017): ¿Cómo era el Barrio Guamachal de antaño? Recuerdos de un habitante. Impresión digital.
HERNÁNDEZ G. Felipe (2012): Reseña Histórica del Sector Guamachal de Valle de la Pascua… Blog: Cronista del Municipio Leonardo Infante, martes, 5 de junio de 2012.
HERNÁNDEZ G. Felipe (2011): Vicente Sánchez Chacín (padre) y Vicente Sánchez Chacín (hijo). Valle de la Pascua: periódico El Reportero, julio 2011. p. 15.   
PEREC, Georges. (2016): “La calle, el barrio, la ciudad”. En: Bifurcaciones. Revista de estudios culturales urbanos, N° 021. Chile; Universidad Católica de Maule.
ENTREVISTAS
--- Carlos Soto Rodríguez. Conversación sostenida el 03 de julio de 2018.
--- Freddy Alejandro Hassan. Conversación sostenida el 06 de julio de 2018.
--- María del Carmen (La Negra de Gallo) Vanezca Salinas. Varias conversaciones, julio, 2018.
--- Teolinda Vanezca López. Conversación sostenida el 20 de junio de 2018.
Valle de la Pascua, 09 de julio de 2018.

martes, 17 de julio de 2018

4 DE JUNIO DE 1676: UNA FECHA DISCUTIBLE EN ORITUCO



Carlos A. López Garcés
Cronista de Orituco

“La historia hay que mirarla a través del documento”
Fustel de Coulanges
(Historiador francés. 1830-1889)

El libro de bautismos, velaciones y casamientos de la iglesia del Valle de San Miguel del Rosario de Orituco, iniciado por el padre Juan de Barnuevo el 4 de junio de 1676, está resguardado en el archivo de la parroquia Nuestra Señora de Altagracia, estado Guárico. El primero de los folios está muy dañado; sin embargo, contiene restos de la nota de apertura de ese legajo, cuyo texto completo fue el siguiente:

     “[Libro de baptismo]s, velaciones y casamientos [de feligreses] pertenecientes a este Valle de San Miguel del Rosario de [roto] soto [sic] de La Cruz del Maestre de Campo Pedro de Mezones, fecho desde [4] de junio deste año de 1676, que se fundó esta santa iglesia por el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Maestro Don Fray Antonio González de Acuña, Obispo Benemeritísimo de Venezuela y Caracas, cometida a mi Juan de Barnuevo, cura capellán en ésta y son los que se han baptizado y velado los siguientes. Juan de Barnuevo”.

     Es pertinente decir que los datos expuestos entre corchetes fueron tomados de dos fuentes para reconstruir el documento. Una fue la publicación hecha por monseñor Rafael Chacín Soto en su columna “Papeles y voces de ayer”, editada en la página 2 del periódico Alborada Nº 11, que, dirigido por el profesor calaboceño Blas Loreto Loreto,  circuló en Altagracia de Orituco el 7 de agosto de 1950, en la cual se mencionó como fecha el 2 de junio, lo que es un error evidente. La otra fue una nota deteriorada que está inmediata a la del padre Juan de Barnuevo (como puede verse en la fotografía), quizás redactada en el siglo XVIII, en la cual es factible leer lo expuesto de seguidas:

     “Formo estos libros parrochiales el padre don Juan de Barnuevo, a cuatro [sic] de junio de 1676, según que arriba consta; y estubo de cura hasta el año de 1716, en 23 de febrero, que dentro [sic] interino el padre Manuel Pinto de Magallanes, el qual estubo de cura hasta el 30 de septiembre de dicho año de [1716] en el qual dia se enterro [sic] [roto] cura propietario de S[roto] cente de Ortuño quiera [roto] mayor onrra y gloria [roto] señor maestro don fray Francisco [roto] do con asenso y [roto] no Governador y capitán [roto] rioso lo firme [roto]”.

     Este libro eclesiástico de San Miguel habría sido el mismo que el obispo Mariano Martí encontró en Altagracia de Orituco, en la segunda quincena de marzo de 1783, cuando visitaba pastoralmente a esta población y ya la feligresía sanmiguelina estaba agregada a la altagraciana. Era el más antiguo de los libros de la iglesia “parroquial” de San Miguel, acerca del cual el prelado agregó: “…Este mismo libro tiene una nota firmada de dicho Cura capellán [Juan de Barnuevo] que dize haver formado sus libros parroquiales desde 4 [sic] de junio de 1676 para los feligreses pertenecientes a este Valle de San Miguel del Rosario de Orituco y hasta de la Cruz del Maestre de Campo don Pedro de Mesones, y que en dicho año se fundó esta Iglesia por el Illmo. y Rvmo. señor maestro fray don Antonio González de Acuña, cometida o encargada a dicho don Juan de Barnuevo, Cura capellán de dicho San Miguel…”

     Esos datos aportados por el padre Juan de Barnuevo sirvieron para celebrar en 1976 un supuesto tricentenario de la creación de la parroquia Nuestra Señora de Altagracia, a lo que algunas personas le agregaron que se trataba también de la fundación de Altagracia de Orituco. Esa festividad fue el efecto de un lamentable error de interpretación, pues el documento no indica, en ninguna de sus líneas, que esa fecha correspondía a la fundación de una parroquia o de un pueblo. Una creación semejante ameritaba un dictamen previo sobre ese particular, emitido por la superioridad eclesiástica con jurisdicción en Venezuela. La nota del cura Barnuevo no tenía esa significación para San Miguel ni para Altagracia de Orituco porque este pueblo no existía; está referida  expresamente al uso del libro, a la fecha de su apertura, al sacerdote que lo comenzó, al año de la creación del templo, al fundador de “esta santa iglesia” y al cura capellán encargado de ella.

     Es conveniente subrayar, con fines aclaratorios, que el obispo González de Acuña visitó pastoralmente a San Sebastián de los Reyes en febrero-marzo de 1676, cuando el presbítero Barnuevo ejercía el sacerdocio en esa ciudad. Ese mismo prelado, mediante carta fechada en Turmero el 22 de abril de ese año de la visita, notificó al rey acerca de la construcción de iglesias en varias poblaciones, entre las cuales estaba la de San Sebastián de los Reyes a cuya territorialidad pertenecía San Miguel del Rosario. ¿Uno de aquellos templos era el sanmiguelino?

     El padre Barnuevo tenía el deber de organizar los libros del registro eclesiástico de una feligresía cuya iglesia era nueva y para la cual estaba recién comisionado, pues hacía poco tiempo de su llegada a San Miguel desde San Sebastián de los Reyes, de donde lo habían transferido por graves problemas de conducta, de los cuales se enteró el propio obispo. Es antihistórico afirmar que aquella apertura equivale a la fundación de una parroquia o de un pueblo, porque lo que revela el documento es que se trató, sencillamente, de un acto protocolar ejecutado por el cura Barnuevo en cumplimiento de una responsabilidad sacerdotal, que coincidió con el año de la fundación de un templo nuevo; era el mismo deber que tenían otros sacerdotes con sus feligresías en casos similares. ¿Qué relación había entre aquella iglesia de San Miguel y el compromiso que tenían los encomenderos lugareños de construir un templo para el adoctrinamiento de los indios encomendados a su cargo, de acuerdo con las normas del entonces imperante régimen de trabajo gratuito y obligatorio, que los indígenas debían cumplirle durante tres días semanales al encomendero respectivo, cuando aún faltaban diecisiete años y nueve meses para el surgimiento de Altagracia de Orituco, el 1 de marzo de 1694 como consecuencia de la abolición de ese sistema de servicio personal en 1687?

     Por otra parte, la ocasión es apropiada para anotar que llama mucho la atención los quince meses y veinticinco días transcurridos desde la fecha de apertura de aquel libro eclesiástico hecha por el clérigo  Barnuevo y la del primer bautismo que registró allí el 29 de septiembre de 1677, el cual correspondió a un negro adulto de nombre Domingo, quien era esclavo de don Pedro de Mezones. El segundo lo dispensó en diciembre de ese año a María Rosa, mulata esclava, hija legítima de Domingo, indio encomendado de doña Catalina de Rangel, y de Juana, negra esclava de Juan de Ortuño. Los siguientes fueron realizados el 25 de mayo de 1678, cuando confirió el sacramento a dos negras adultas identificadas como María y Victoria, quienes eran esclavas del tesorero Fernando Aguado de Páramo. Los daños del documento apenas permiten saber que, en ese mismo año 1678 y después de esas dos negras, se lo administró a una esclava del alférez Melchor Muñoz de la Vega y a una india de la encomienda del capitán Juan de Laya, cuyo padrino fue un alférez, quizás del valle sanmigueleño. En resumen: El padre Barnuevo no realizó bautismos durante el lapso comprendido de los primeros días de junio de 1676 a los últimos de septiembre del año siguiente; solo efectuó dos bautizos en el  tercio final de 1677 y ninguno en el primer cuatrimestre de 1678. ¿Qué ocurría con la evangelización en San Miguel entonces?

Altagracia de Orituco, 31 de mayo de 2018.

FUENTES

I.- Documentales

ARCHIVO DE LA PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE ALTAGRACIA. Altagracia de Orituco, estado Guárico. Libro de bautismos de San Miguel del Rosario y del pueblo Nuestra Señora de Altagracia. Años 1677-1744.

II.- Biográficas

CASTILLO LARA, Lucas Guillermo. San Sebastián de los Reyes. La ciudad trashumante. Caracas. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, vol. 172, t. I, 1984.

MARTÍ, Mariano. Documentos relativos a su visita pastoral de la Diócesis de Caracas. 1771-1784. Libro personal. Caracas. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, vol. 96, t. II, 1969.

III.- Hemerográfica



La gráfica muestra el resto documental de la apertura del libro de bautismos, velaciones y casamientos de la iglesia del Valle de San Miguel del Rosario, hecha por el padre Juan de Barnuevo el 4 de junio de 1676. Foto: Carlos A. López Garcés, jueves 16 de enero de 2014.

miércoles, 30 de mayo de 2018

EL ENCUENTRO ESTUDIANTIL DE CRONISTAS E HISTORIADORES... XV años de fructífera labor

FELIPE HERNÁNDEZ G.*

Asistimos al XV Encuentro Estudiantil de Cronistas e Historiadores del municipio Infante que se realizó el jueves 24 de mayo de 2018 en las instalaciones de la sede de la Cámara de Comercio y Producción del Municipio Leonardo Infante. Quince años ininterrumpidos (2004-2018), durante los cuales los alumnos de las escuelas urbanas y rurales de las parroquias Valle de la Pascua y Espino, asesorados por sus maestros, se dieron cita con la historia local de sus comunidades. 
La actividad, como siempre, estuvo coordinada magistralmente por la presidenta-fundadora de la Fundación de Historiadores y Cronistas Estudiantiles –FUNDHCROE, 2009--- Prof. Ligia López Puerta y un muy diligente equipo. Al arribar a los tres lustros, la fecha fue propicia para hacer memoria, recuperar lo mejor de lo transitado, explicar y diagnosticar el presente y con esos referentes lanzarse con más fuerza hacia el futuro. 
Desde el punto de vista histórico, este aniversario constituye un momento fundamental para comprender y reconocer el valor más profundo de la Fundación de…, que más allá de los desafíos y obstáculos que ha debido enfrentar, jamás se ha resignado a cambiar la esencia de su misión educativa e histórica, abogando por la inclusión y el respeto vocacional de los educandos, en el entendido que son individuos en formación en el estudio de la historia local, de las memorias de cada comunidad, sus singularidades y así dar respuesta a las inquietudes inherentes a la institución educativa donde se forman en tan útil labor, de la mano de un docente asesor y de todo el personal que labora en cada escuela, despertando vocaciones que en el devenir pueden encausar su vida y su hacer en la labor de escudriñador de su historia, generando espacios para optar, decidir y gozar de iguales derechos y posibilidades.
Ante los referentes expuestos, creo necesario volver sobre un artículo de mi autoría escrito en 2014 que titulé: Encuentro de Cronistas Escolares en Valle de la Pascua, donde se lee: En el libro Apología de la Historia o el Oficio del Historiador, el autor francés Marc Bloch inicia la Introducción con la ingenua pregunta: “Papá, explícame para qué sirve la historia”, [le] pedía hace algunos años a su padre, que era historiador, un muchachito allegado mío…”. Y continúa Bloch: “Quisiera poder decir que este libro es mi respuesta. Porque no alcanzo a imaginar mayor halago… que saber hablar por igual a los doctos que a los escolares… reconozco que la sencillez sólo es privilegio de unos cuantos elegidos… conservaré con mucho gusto, como epígrafe, esta pregunta de un niño cuya sed de saber acaso no haya logrado apagar de momento…”. Más que una ilustración didáctica, es una justificación de la disciplina de la Historia ante el necesario examen de conciencia del historiador ante su papel de cuestionador e intérprete de procesos cronológicos y espaciales como factores de referencia.
Con ese norte, el XV Encuentro de… ciñéndose a la programación preparada por sus organizadores, se inició con la interpretación por la coral estudiantil de la EB “12 de Octubre” dirigida por la Prof. Brizeida Aular, de los himnos Gloria al Bravo Pueblo, del Guárico y de Valle de la Pascua; palabras de bienvenida de la presidenta y fundadora del Encuentro, Prof. Ligia E. López Puerta; luego la moderadora Prof. Marlin Villalobos invitó a la Sra. Petra Parra de la Sociedad Socorro Mutuo para que dirigiera unas palabras y recitara una poesía alusiva al evento. 
Seguidamente se inició el ciclo de exposiciones… 14 ponencias, entre ellas, la presentada por la niña Andreina Santaella (5to grado), EBN-Rural “Jácome Arriba”, titulada: “Iván E. Rojas… buscador de puntos de agua”, asesorada por las maestras Argelia Escobar y María Castillo. ---Alumno Jesús Alejandro Marín (6to grado) EB “Celestino Párraga Marrero” NER 146, caserío La Pereña: “El conuco y el abastecimiento alimenticio”, asesora: Prof. Miriam J. Torrealba. --- Alumna María Valentina Vargas (6to grado), Colegio Nuestra Señora del Valle: “Honor a la Sra. Lisbeth J. Medina”, asesora: Yajaira de Zamora. ---Alumna Imberly Parra (4to grado) NER 054: “Velorio de Cruz de Mayo en el caserío Apamate”, asesores: maestros Nuarwuin Higuera y Anthony Álvarez. ---Alumna Victoria Celeste González (5to grado), EB “Clara Matos Arzola”: “La Sociedad Socorro Mutuo, una institución…”, asesora: maestra Rosmivelli Infante. ---Alumno Luis Felipe Záa (6to grado), Colegio “Juan Pablo II”: “Vida y Obra de Juan González Padrón”, asesor: Absalón Zambrano; entre otras participaciones de los planteles: EB “Andrés R. Fuentes” del NER 146; UE-DC 33 “Los Caobos”; EB Rural “San Pedro”; UE “Jesús López Escobar” Zanjonote de la montaña; UE “Lourdes Camero Ramírez”; UE “Apamate”; GEN “Juana Josefa Vargas” y UE Rural “Mamonal”, etc. 
Vale considerar que la enseñanza de historia en la escuela primaria tiene como objetivo despertar en los alumnos una curiosidad sobre los acontecimientos históricos. En ese orden, en cada ponencia se planteó que los alumnos adquiriesen conocimientos básicos del pasado de sus comunidades, del Guárico y del país, para que con estos saberes desarrollen habilidades y destrezas que le permitirán comprender mejor el mundo y buscar explicaciones conforme a las dudas que se les vayan presentando, lo que conllevará a descubrir su identidad como individuo y los cambios que ha tenido la sociedad y su entorno geoespacial.
En esta XV edición, muchos docentes, personalidades y un nutrido público se dieron cita en el acto, entre otros, el eterno maestro de generaciones, Prof. Elpidio Barrades Martínez, la Prof. Teresa Navarro de Aguilar, Prof. Maritza de Michelangelli, Prof. Héctor Ortega, la directora del Colegio “Juan Pablo II, Prof. Carmen de Ortiz, los profesores Yendy Gámez, Rosa Vidal Marruz, Filiberto Alpón, Rosaura Valdez, Dr. Fernando Aular y señora, doña Cándida de Álvarez y doña Petra Parra de la Sociedad Socorro Mutuo, medios de comunicación... Finalmente, un merecido reconocimiento a la Prof. Ligia López y al equipo integrado entre otros por los docentes Lisbeth de Candiago, Rosa Pastora Ortega, Ana Carmen Zuniaga, Elizabeth Arévalo, Zoraida Rebolledo de Pérez, Lola Rodríguez, Arturo López, Ada Loreto, Marlin Villalobos, Ramón Correa… y un largo etcétera... adelante siempre. 
Valle de la Pascua, viernes 25 de mayo de 2018.
*UNESR-Cronista del Municipio Leonardo Infante // fhernandezg457@yahoo.com
Fotografía de Luis Felipe Záa, alumno de 6to grado en el Colegio "Juan Pablo II" quien hizo una excelente ponencia sobre "La vida y obra del canario Juan González Padrón". Foto: Damelis Loreto...

jueves, 19 de abril de 2018

CALABOZO EN LA RUTA DE LAS CASAS MUERTAS


Ubaldo Ruiz


    Uno de los rasgos que más ha definido el carácter de los venezolanos, considerados en su conjunto social, desde su cristalización como pueblo en la época de la dominación hispana, y que mantiene invicta su vigencia en esta segunda década del siglo XXI, ha sido aquel que ha tendido a desdeñar las obras construidas por nuestros ascendientes.
    No importa si se trata de instituciones, o de infraestructuras materiales, el afán ha sido edificar sobre ruinas. Ruinas inducidas, provocadas, ocasionadas. Se sospecha que la Historia no es pertinencia sino obsolescencia, que en vez de génesis armónica y fuente de comprensión, lo viejo es antagónico de lo nuevo, estorbo del progreso. Esta actitud ha marchado triunfalmente a pesar (o quizás debido a eso) de la persistencia de un discurso oficial que ha reducido la Historia a un continuado y abyecto culto al héroe, conceptuado como caudillo militarista.
    Por esa vía hemos visto plasmarse sobre la misma página nacional cinco repúblicas, más de veinte constituciones, y una larga sucesión de nombres oficiales del país, de circunscripciones y divisiones político- territoriales, de denominaciones de ámbitos y parajes públicos. Un país convertido en cuartilla borroneada y vuelta a escribir mil veces, en grotesco palimpsesto, en insólita yuxtaposición de cementerios de instituciones.
    Por esa misma vía hemos sido testigos de la desaparición de los más grandes conjuntos arquitectónicos construidos en otros siglos en las principales ciudades históricas de Venezuela. Las casas tradicionales fueron sucumbiendo sistemáticamente, algunas asesinadas impunemente por la pérfida asociación entre lucro y Estado, en las ciudades beneficiadas por la industria y el comercio. En las poblaciones menos afortunadas las dejaron morir la desidia y la ineptitud oficiales.
    Calabozo y Ortiz han compartido muchas cosas a través del tiempo de sus existencias, pues están ubicadas en la misma ruta de los llanos altos, del comercio ganadero y de las montoneras, en la misma carretera troncal. Compartieron la capitalidad del Estado Guárico, así como muchos personajes que realizaron actos destacados en ambas poblaciones. Y han compartido la tragedia de ver morir sus casas históricas. Están en la misma ruta de las casas muertas.
    El caudillo español José Tomás Boves trajinó muchas veces estas rutas, como comerciante de caballos y como jefe de tropas, pero estableció residencia y tienda en Calabozo. La tradición ubica el inmueble en la calle que quizás él oyó mencionar con el nombre “de El Calvario”, pero que después se ha llamado sucesivamente “de Colón”, “Crespo”, y hoy se conoce como calle “cuatro”. Lo que queda de la vieja edificación ha perdido una tapia, demolida hace poco tiempo por orden de un organismo oficial, pese a las denuncias de la comunidad, de instituciones y de personalidades.
    Parafraseando al poeta Andrés Eloy Blanco, podríamos asegurar que hoy en Calabozo “agoniza la tradición”, pues lo que ocurre con la tapia de Boves hace juego con el derrumbe de las tapias de la casa “Juana María”, habitada por el General Páez, y con el estado ruinoso de las casas  ocupadas por el escritor Daniel Mendoza, y de muchas otras edificaciones similares. Quisieron las circunstancias que Calabozo llegara a contar con el casco histórico más extenso del país, pero quien visite hoy esa zona de valor histórico difícilmente podrá evitar horrorizarse ante el espectáculo de sus casas moribundas, y quizás se sienta impulsado a decir con el bardo cumanés “malaya la mano avara” que asesina la Historia en Calabozo.

viernes, 30 de marzo de 2018

JOSÉ FRANCISCO MARTÍNEZ ARMAS



Carlos A. López Garcés
Cronista de Orituco

            Fue un humanista guariqueño, autodidacta y polifacético, a quien el tintineo del gentilicio le repiqueteaba en las intimidades del espíritu. Las cualidades humanas que caracterizaron su existencia útil le acreditaron para merecer el recuerdo perdurable. Fue hombre de inteligencia clara, amistad cordial, conversación fluida y agradable, receptividad a las buenas intenciones y a las solicitudes justas, observación prudente, comentarios positivos, cooperación espontánea, honestidad imperturbable y sin mezquindades ni egoísmos; en fin, un ser humano en la expresión exacta de los términos. Vivió impregnado de espiritualidades y sin los angustiosos ni atosigantes amasamientos de capitales abultados malamente.



José Francisco Martínez Armas (1912-1996). Fotografía tomada del Diccionario biográfico-cultural del estado Guárico, escrito y publicado por Lorenzo Rubín Zamora (Caracas, 1974, p. 163).


            Don José, como lo llamaba con respeto la gente joven, falleció víctima del mal de Alzheimer, en Altagracia de Orituco, a las diez y media de la mañana del día lunes 15 de julio de 1996, en su residencia ubicada en la calle Santiago Gil-Norte, entre la Ilustres Próceres y la Colombia. Estaba próximo a cumplir 84 años de edad, pues nació en Zaraza el 4 de octubre de 1912. Era hijo de Miguel A. Martínez y María Esther Armas Santos de Martínez. Quedó huérfano muy niño. Llegó jovencito a Altagracia de Orituco,  procedente de su pueblo natal y acompañado de su padre, quien trabajaba como telegrafista en la estación gracitana. Fue alumno de la Escuela Federal Ángel Moreno (centro docente para varones que funcionó en Altagracia, de 1924 a 1956), a la cual ingresó el 7 de enero de 1929 para continuar el tercer grado, que había iniciado en una escuela zaraceña. Contrajo matrimonio con Amanda Gutiérrez Carchidio y de esta unión nacieron Esther, Delia y José Francisco.
 Aprendió la telegrafía para ganarse la vida y la ejerció como operario en Altagracia y Cumaná, durante veinticinco años hasta 1960, cuando fue jubilado por el Ministerio de Comunicaciones. Obtuvo el certificado de locutor, conocía de avicultura y enseñó castellano a empleados extranjeros de la Creole Petroleum Corporation. Fue un tangófilo cautivado por Carlos Gardel y taurófilo (¿paradoja?) admirador de los hermanos Girón, del Diamante Negro y de Manolete. Su vocación para versificar con sensibilidad motivó que se le identificara, cariñosamente, como Poeta Martínez; así fue confirmado en tierras orituqueñas donde enraizó sus afectos infinitos. Cantos sencillos a la fauna, a la flora y, en fin, a la naturaleza prodigiosa, vertidos en décimas y sonetos, predominan en su apreciable poesía, la que revela una pasión ornitofílica, como puede observarse en Paraje (Caracas, 1975) y en periódicos de Altagracia y de San Juan de los Morros.
            Debe resaltarse que José Francisco Martínez realizó actividades cronísticas con mucho esmero e intensa devoción, asumiendo, espontáneamente, la obligación de reconstruir hechos históricos de nuestros pueblos, sobre todo de los de Orituco e insistió en destacar virtudes personales ajenas. Pruebas de estas afanosas voluntades productivas son los libros siguientes: Reminiscencias de Zaraza: 1891-1936 (Caracas, 1963), una recopilación de notas periodísticas relativas a esta población guariqueña; Historia del béisbol en Altagracia de Orituco: 1907-1936 (Caracas, 1972), título éste que explica por sí mismo y Ellos también en el recuerdo (Caracas, 1981), un compendio de microbiografías de personajes populares que moraban en Altagracia de Orituco durante el siglo XX; además, publicó estos folletos: Servidores del telégrafo (Caracas, 1968), relato biográfico de don Valeriano Tinedo Moreán, experimentado telegrafista chaguaramense;  Dr. Pedro María Arévalo Cedeño: una vida consagrada al bien común (Caracas, 1970), reputado médico vallepascuense, muy respetado y apreciado en los pueblos de Orituco, donde contribuyó tesoneramente con la fundación y operatividad del Hospital San Antonio y del Colegio Guárico, que funcionaron en Altagracia en el siglo XX; Ángel Santiago González (Caracas, 1974), resumen de la vida corta y productiva de un joven intelectual y deportista gracitano, fallecido en 1925, a los 23 años de edad, que es el epónimo del estadio principal de Altagracia; El Grupo Escolar José Ramón Camejo de Altagracia de Orituco (Caracas, 1976) y Próspero Infante y la Escuela Federal Graduada Ángel Moreno (1984). Estos dos últimos folletos contienen importantes datos para comprender la evolución educativa altagraciana, desde 1924 hasta 1975. Dejó inéditos varios trabajos: Jefes civiles y concejales del distrito Monagas y presidentes del estado Guárico (en la primera mitad del siglo XX);  Algunas familias de Orituco y el poemario Recuerdos de Zaraza. Son conocidas algunas muestras de la interesante y variada colección fotográfica de motivos altagracianos, que logró captar y reunir desde joven como testimonios del transcurso del siglo XX.
Muchas crónicas escritas por el Poeta Martínez fueron publicadas en los diarios El Universal de Caracas, Alborada de Altagracia de Orituco y El Nacionalista de San Juan de los Morros, pero, básicamente, en Topano, periódico tabloide, de publicación mensual, fundado por el propio Martínez y Luis Emilio Infante, que circuló en Altagracia de Orituco desde mayo de 1964 hasta mayo de 1968, con el sano propósito de divulgar valores culturales orituqueños, destacando temas históricos, geográficos, literarios, folclóricos y humanos en general, sin parcialidades políticas. Martínez adquirió cierta experiencia periodística en sus tiempos juveniles gracitanos, cuando editaba la revista Terrón y los periódicos El Surco, Alfa y La Ñapa, que dirigió con dignidad junto con otros jóvenes contemporáneos.
José Francisco Martínez Armas debe ser considerado como uno de los cronistas confiables del siglo XX orituqueño, aun cuando haya incurrido en menudas equivocaciones propias de humanos, que no desacreditan su trabajo respetable por valioso. Colaboró con el Dr. José Ramón Medina en la elaboración de una antología poética del estado Guárico. Fue cofundador del Club Orituco, un “centro social” que agrupaba a la high life  altagraciana de los años cincuenta del siglo XX, donde se estimulaba la realización de acontecimientos culturales interesantes por influencias martinecinas. Ejerció la Secretaría del Concejo del Distrito Monagas guariqueño en 1954-1955, cuando eran tiempos del perezjimenato. Desempeñó el cargo de Secretario Privado del Gobernador del Estado Guárico, Dr. José Ignacio González Aragort, en 1969-1970, cuando comenzaba la primera presidencia del Dr. Rafael Caldera. Suya es la letra del Himno a Don José Ramón Camejo, escrito en 1975, para ser cantado por alumnos de esta escuela, con la música de los docentes Nelson Tortolero, Dalia de Dorta y Clara Carpio de Alfonso.  Martínez Armas fue Secretario de Cultura y Relaciones Públicas de la Fundación Dr. Pedro María Arévalo Cedeño, la cual contribuyó a crear en 1981 y a funcionar para provecho altagraciano.
Careció de apasionamientos político-partidistas, aunque no ocultó su admiración por el general Isaías Medina Angarita ni sus críticas al Dr. Arturo Uslar Pietro por integrarse con el Frente Nacional Democrático (FND) al llamado Gobierno de Amplia Base, propiciado por el presidente Raúl Leoni (militante accióndemocratista), en 1964. Martínez no admitió tal conciliación con quienes pretendieron difamar al notable intelectual venezolano. No fue perezjimenista; sin embargo, fue acusado de serlo por algunos adversarios de esta dictadura, vinculados a Acción Democrática, quienes idearon expulsarlo de Altagracia recién derrocado aquel gobierno, pero no lograron el objetivo porque se impuso la razón, finalmente, y el tiempo eliminó las consecuencias de estos sinsabores. Trabajó un corto lapso en el Ministerio de Educación, cuando este organismo lo dirigía el Dr. Julio de Armas. Vivió en Los Rosales, Caracas, después de jubilado como telegrafista, sin olvidar al Orituco, adonde viajaba con frecuencia. El Concejo del otrora Distrito Monagas del Estado Guárico, presidido por el ciudadano Pedro Celestino Itriago, lo declaró Hijo Ilustre de Altagracia de Orituco, junto con el pintor Efraín López González (Chepín) y el profesor Pedro Durán, el 4 de junio de 1987. Le temió mucho a la muerte; no obstante, solicitó seriamente la colocación en su tumba, a modo de epitafio, de los siguientes versos que memorizaba en junio de 1987: “Cuando me entierren aquí: / Ruego a una mano piadosa / que siembre junto a mi fosa / una mata de alelí”.
Los ciudadanos Arturo Graffe Armas, Erasmo Padilla Alvarado y Rafael Vicente Arévalo, tres fieles amigos de Martínez Armas cumplieron aquel requerimiento sublime del poeta, tiempo después de su deceso, en un gesto de fraternal solidaridad.
El poeta Martínez poseyó el privilegio de la buena y admirable memoria, hasta que lo afectó el mal de sus años finales. Fue enterrado en el Cementerio General de Altagracia de Orituco, en la mañana del día siguiente de su deceso. El profesor Arturo Graffe Armas, la señora Eva Luisa de Gómez y la docente Hilmar Hernández de Constant pronunciaron emotivas palabras de despedida ante el cadáver, en la Fundación Dr. Pedro María Arévalo Cedeño, de la cual fue miembro fundador y celoso guardián de su operatividad; allí le fue rendido un breve homenaje, que incluyó el Himno del Grupo Escolar José Ramón Camejo, cantado por alumnos de esta escuela.
            La obra de José Francisco Martínez Armas debe ser difundida para favorecer el conocimiento histórico de Orituco en particular y del Guárico en general. La Alcaldía del municipio José Tadeo Monagas del estado Guárico puede y debe auspiciar este propósito ennoblecedor.

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.