Carlos A. López Garcés
Cronista del Municipio José Tadeo
Monagas
Estado Guárico
Nota previa
El
obispo Mariano Martí procedía de Guardatinajas cuando llegó al pueblo de Tiznados
el 28 de abril de 1780; permaneció allí hasta el 4 de mayo con la finalidad de realizar la visita
pastoral al curato respectivo (MARTI: Caracas, 1969, t. II, pp. 175, 179), así
como venía haciéndolo en territorio del Obispado de la Provincia de Venezuela a
su cargo, durante la cual recopiló diversas informaciones de índole eclesiástica,
económica, social, demográfica, etcétera, indicadoras de la situación
parroquial de entonces, entre las que es interesante resaltar las enumeradas a
continuación de esta nota para los efectos de este trabajo, que fue redactado
especialmente con el fin de leerlo en el XIII Encuentro de Cronistas, Historiadores
e Investigadores celebrado en Ortiz, estado Guárico, con La Casa de las
Espuelas como sede, el sábado 26 de agosto de 2017, cuando se cumplió el
objetivo.
1.- Territorio y superficie
El
curato de Tiznados limitaba por el Oriente con el pueblo de Parapara y su lindero
era el río Mapire a 4 leguas de
distancia; por el Poniente con la Villa del Pao, de la cual estaba deslindada a
14 leguas por el río Chirgua; por el Norte con la Villa de Cura cuyo límite lo
señalaba el río Mapire, aproximadamente a 5 lenguas y por el Sur con la misión
de Guardatinajas, delimitada por el río Tiznados a 19 leguas y media (IBÍDEM: t.
II, p. 175; t. VII, p. 25).
Las
cifras mencionadas sirven para estimar que la extensión, en medidas actuales,
era de 137 Km. de norte a sur y de 101 Km. de este a oeste, tomando como base
que una legua es igual a 5.572,7 m.
2.-
Capital y advocación
El
pueblo de Tiznados era la cabecera del curato, al cual se agregaban otros
sitios como lo eran: Guaitoco, El Limón, El Totumo, Chirgua, Las Lajas, La
Platilla y Las Ánimas. El caserío principal
ocupaba el espacio de un cuarto de legua alrededor de la iglesia; constaba de más
de un centenar de casas distribuidas en calles mal formadas por lo desigual del
sitio de cerritos altos y bajos donde estaba ubicado; apenas había plaza
enfrente del templo, que estaba en un alto y no había terreno llano sino el de
un espacio corto.
La iglesia era en realidad una capilla de una
nave que estaba bajo la advocación de San Francisco de Asís y era atendida por
el padre fray Juan Manuel Mérida, quien, permanecía una temporada en Tiznados,
una en Guaitoco y otra en Las Lajas, aunque se titulaba cura de Tiznados y sus
anexos, en cada uno de los cuales había una capilla, siendo la principal la del
sitio de Tiznados (IBÍDEM: t. II, pp. 174, 175, 176). Esta cantidad de capillas
revelaba por sí misma la importancia de la ideologización católica para el
dominio colonial español en esta región.
3.-
Demografía
La
población del curato estaba integrada por “…toda
clase de gente: de blancos, negros, mulatos, zambos, mestizos y también algunos
indios desperdigados, que se mantienen acá o casados o solteros en calidad de
peones” (MARTI: 1969, t. II, p. 176). Esta diversidad étnica estaba
compuesta cuantitativamente por 2.240 habitantes, de los cuales 283 eran blancos,
1.132 negros, 344 mulatos, 345 esclavos negros y mulatos y 136 indios, con la
inclusión de los mestizos en la clase de los blancos y los zambos en la de los
negros. Estos pobladores conformaban 153
familias que vivían dentro del pueblo, donde ocupaban 124 casas, y 225 familias
que residían fuera del poblado, distribuidas en 176 viviendas (IBÍDEM: t. II,
p. 177; t. VII, pp. 27, 28); pero con la particularidad de no haber personas
blancas en el pueblo, donde había zambos, negros, mulatos y algunos indios, con
la excepción de don Pedro Alcántara Nieves a quien se le tenía por blanco, pues
los demás de esta clase vivían en los hatos (IBÍDEM: t. II, p. 174).
4.-
Producción
La gente de Tiznados se caracterizaba por ser tranquila, pacífica y
humilde, que, a pesar de su pobreza, se mantenía con la crianza de pocas reses
vacunas y la venta de alguna mula; además, cosechaban maíz, yuca, arroz,
batatas, algodón y otros cultivos, porque todo se producía con abundancia. Estas
labores eran compartidas con grandes pescas en el río Tiznados, sobre todo en días
de cuaresma cuando abundaban los peces que subían por el Portuguesa procedentes
del Orinoco. El pescado lo vendían salado a 8 reales la arroba para luego
mercadearlo en los Valles de Aragua y en Caracas. Tanto el pescado como la
carne de res tenían fama de ser de mejor calidad con respecto a otros lugares (IBÍDEM:
t. II, pp. 176, 177).
5.- Rentas eclesiásticas
La
feligresía sanfranciscana del curato de Tiznados tenía el deber de aportar
recursos económicos para el mantenimiento del párroco y el de la iglesia, tal
como sucedía en otras parroquias.
La
congrua asignada antiguamente al sacerdote había sido de 250 pesos,
divididos entre todos los vecinos,
indiferentemente de su posición económica. De esa cantidad se tomaban 200 pesos
para el cura y 50 para el pan, vino y cera, de acuerdo con la tradición del
Obispado. Además, los dueños de
hatos le pagaban 2 pesos por cada una de estas propiedades; empero no pagaban
obvenciones ni sepulturas ni al tramo de la iglesia. La renta estaba tan
disminuida que el presbítero solo percibía 100 pesos anuales distribuidos entre
algunos feligreses; el resto de la renta se había perdido por descuido de los curas
que no procuraron sustituir a quienes incumplían con otros que sí pudiesen
pagar; tal era la situación que los hateros solo pagaban cuando querían (IBÍDEM:
t. II, p. 175).
El
obispo Martí observó que todos, indistintamente, satisfacían las primicias y
que si el cura era más previsivo podía percibir 100 fanegas de maíz por ese
concepto, porque era el principal cultivo y se cosechaba con abundancia, en
comparación con los otros productos. Agregó que los que no se acogían al
prorrateo de la renta pagaban obvenciones y sepulturas (IBÍDEM: t. II, pp.
176).
La
renta anual del curato estimada en un quinquenio fue de: 101 pesos de
estipendio pagado por los vecinos; 110 pesos de primicias; 259 pesos con 2,5
reales de obvenciones por misas cantadas, bautizos, proclamas, velaciones,
entierros, etcétera; 6 pesos de certificaciones de partidas por los conceptos
predichos. Estos ingresos sumaron 476 pesos con 2,5 reales, de donde se tomaba
para asalariar a un sacristán. Entre
tanto, la renta por año de la iglesia a cargo del padre Mérida era de: 4 pesos
de limosnas; 96 pesos de sepulturas, señas, incensarios, etcétera, para un
total de 100 pesos anuales (IBÍDEM: t. VII, p. 26).
Por otra
parte, el prelado dejó el
testimonio de las cuentas que fueron entregadas por el párroco, las cuales totalizaron
88 pesos y 3 reales a favor de la iglesia, que fueron aprobadas por medio de un
auto fechado el 2 de mayo de 1780. Asimismo, ordenó la cobranza de 41 pesos y 4
reales que se debían por concepto de derechos de sepultura e igualmente el
aseguramiento a censo de 25 pesos que dejó un vecino difunto no identificado
para el culto de la imagen de Nuestra Señora de la Luz. Añadió que no había
cofradía ni alguna obra pía (IBÍDEM: t. VII, p. 26).
El
obispo apunto también que el padre
Mérida percibía la mitad de todas las rentas y obvenciones del curato
sanfranciscano de Tiznados; sin embargo, había oído que ese cura quería
renunciar a la parroquia, pues aspiraba a una capellanía de 3 mil pesos para la
congrua (IBÍDEM: t. II, p. 174).
Es
oportuno anotar que la vocación sacerdotal habría sido la razón primaria para
mantener al cura a cargo de una feligresía que aportaba pocos recursos para el
sostenimiento eclesiástico, lo cual indica las condiciones de pobreza en las
cuales habría sobrevivido aquel sacerdote.
6.-
Problemas sociales
Martí
resaltó tres problemas sociales básicos, que llamaron su atención. El primero
fue el de la incontinencia del deseo sexual, que fue considerado como el “vicio predominante”. El segundo lo revelaba el mal vestir y de modo
casi indecoroso de los pobladores, especialmente las mujeres, lo que quizás se
debía a la pobreza o a la falta de lienzos en la comunidad o al calor. El
tercero estaba dado por los grandes desórdenes que se formaban en los tiempos
de la cuaresma durante las pescas en el río Tiznados, debido a la participación
incontrolada de hombres y mujeres, quienes iban a las orillas del río donde
cometían excesos catalogados de pecados públicos, por lo que el obispo ordenó
que a esas actividades pesqueras asistieran solamente mujeres casadas con sus
respectivos maridos y que no acudieran a tales pesquerías las viudas ni las
solteras ni aun cuando fuesen acompañadas de su respectivo papá. Por lo tanto,
el cura debía exhortar a los padres de familia al cumplimiento de tal decisión,
cuya desobediencia sería motivo de cárcel, inclusive para muchachas mayores de
8 años. El teniente o cabo del pueblo debía evitar la comisión de aquellos
excesos, en contraste de los cuales la comunidad tenía entre sus aspectos
positivos que no ocurrían borracheras ni predominaban los hurtos (IBÍDEM: t.
II, pp. 176, 177).
7.-
Otra parroquia
La
necesidad de mejorar la atención a la feligresía de la extensa parroquia de
Tiznados motivó al obispo visitante a crear un nuevo curato con la división de aquella
parroquia, separándole los sitios de San José para cabecera, Las Lajas, Cacheo,
Agua Negra y El Totumo. Su territorio sería de 10 leguas de Este a Oeste y,
aproximadamente, 5 leguas de Norte a Sur, lo que es decir en medidas modernas
el equivalente a 56 Km. en el primer caso y 28 Km. en el segundo. Contaría con
más de 300 personas, las que debían pagar 183 pesos para la congrua del cura y
25 pesos para la oblata e igualmente tendrían la obligación de aportar las
primicias y obvenciones.
No es extraño deducir
que este nuevo curato estaría bajo la advocación de San José, aun cuando el
obispo Martí no lo dijo expresamente. No obstante, sí afirmó que aquel
desmembramiento incluía la agregación provisional de los sitios La Punta de la
Mesa, San Felipe y Las Ánimas al pueblo de Guardatinajas a cuyo cura fueron
encargados los pobladores de esos lugares, dada la cercanía con ellos; por
consiguiente, debía administrarles los santos sacramentos, incluido el
matrimonio, hasta que hubiese otra opinión (IBÍDEM: t. II, pp. 176, 177; t.VII, p. 28).
El auto mediante el
cual se concretaba lo atinente a esta fundación parroquial eclesiástica fue fechado
el 2 de mayo de 1780; luego fue remitido al Provisor para la realización de las
diligencias pertinentes a la legalidad de aquel acto y el respectivo
nombramiento del cura propio (IBÍDEM: t.VII, p. 28). El prelado encargó al
doctor Lindo de aquellas actuaciones ante el Gobernador con el propósito de
definir el prorrateo entre los vecinos de 150.000 maravedís y 25 pesos para pan, vino y cera, amén de las
obvenciones y del costo de las dos terceras partes de la fábrica de la iglesia,
porque la otra parte debían pagarla los oficiales de la Real Hacienda (IBÍDEM:
t. II, p. 178).
Es interesante decir que, según el académico
Telasco Mac Pherson (Los Teques, 1973 y 1988, p. 291), la decisión del obispo
Martí fue aprobada por el capitán general don Luis Unzaga y Amenzaga el 26 de
mayo de 1780, cuando fue reconocida como parroquia civil; habían transcurrido24
días de haber sido erigida la parroquia eclesiástica.
8.- Nuevos linderos de Tiznados
El fraccionamiento del
curato de Tiznados le ocasionó la disminución de su territorio, quizás a 81 Km
de Norte a Sur y a 73 Km de Este a Oeste; esto significaba una nueva delimitación, la cual fue señalada de la
siguiente manera: “…al Oriente, el sitio
de Cacheo inclusive; al Poniente, el río de Chirgua; al Norte, el río Manapire
[sic; léase: Mapire] y al Sur, el término del curato de la Villa del Pao, en
que se comprenden los sitios nombrados de Estévez, Guaitoco, Gayón, La
Platilla, Casanga, La Ceiba, Cañuto, La Danta, Lagunita, Palmarito, La Guamita,
El Carrizal, Chirgua, El Jagüey, La Montuosa, El Suceso y otros fundados a esta
banda del río Mapire, con los demás establecidos y que se establecieren dentro
de los expresados límites” (MARTÍ:
t. VII, pp. 28, 29).
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Bibliografía
MAC PHERSON, Telasco. Diccionario histórico, geográfico,
estadístico y biográfico del estado Miranda. Presentación: Dr. Arnoldo
Arocha Vargas. Los Teques. Edición facsimilar de la Gobernación del Estado
Miranda, 1973.
MAC PHERSON, Telasco. Diccionario histórico, geográfico,
estadístico y biográfico del estado Miranda. Prólogo: Ildefonso Leal. Los
Teques. Edición Biblioteca de Autores y Temas Mirandinos. Colección Francisco
de Miranda, vol. 40; 1988.
MARTI, Mariano. Documentos
relativos a su visita pastoral de la Diócesis de Caracas. 1771-1784.
Caracas. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la
Historia Colonial de Venezuela; vol. 96,
101; t. II, VII; 1969.
VILA, Pablo. El Obispo Martí. Caracas. Universidad Central de
Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación; vol. II, 1981.
Fotografía: Ilio Colmenarez