lunes, 31 de mayo de 2010

TUCUPIDO, ORÍGENES HISTÓRICOS Y ALGO MÁS

Ponencia presentada en el II ENCUENTRO DE CRONISTAS E HISTORIADORES DE VENEZUELA A CELEBRARSE EN TUCUPIDO – ESTADO GUÁRICO EN HOMENAJE A LOS 250 AÑOS DE SU FUNDACIÓN. Tucupido, jueves 20 y viernes 21 de Mayo del 2010


ELISUR EMILIO LARES BOLÍVAR

CRONISTA OFICIAL DEL MUNICIPIO ACHAGUAS, APURE

ACHAGUAS, Sábado 17 de abril del 2010


ÉPOCA PRE-HISPANICA EN TIERRAS GUARIQUEÑAS:

Para la época precolombina la parte occidental del hoy Estado Guárico, es decir las zonas aledañas a Calabozo y San Juan de los Morros fue ocupada por la etnia caribe, específicamente: apones, cumanagotos, güires y otomacos, entre otros. Éstas eran tribus que vivían de la caza y la pesca.

Diversos autores, estudiosos del devenir guariqueño, coinciden en afirmar que la región oriental de esta entidad federal, entiéndase Zaraza, Tucupido, Santa María de Ipire, El Socorro, Valle de La Pascua y Chaguaramas fue zona de los palenques, cumanagotos, guamos y guamonteyes. Altagracia de Orituco, Macaira y Guaribe fue habitada por indios guaiquíries, güires y guaribes. El Alto Orituco fue territorio de tomuzas y quiriquíres. Palenques y cumanagotos vivieron en la Selva Tamanaco. En el siglo XVII fueron llevados por los colonizadores indígenas caribes, güires, atapaimas, chinos y amaibas hacia Calabozo, Camaguán, Cabruta y Guardatinajas.

Así pues, DE ARMAS CHITTY (1961) en su interesante trabajo Tucupido: formación de un pueblo del llano define dos corrientes indígenas en el Estado Guárico:

La que proviene desde el oriente, norte y noroeste con palenques y cumanagotos. En este grupo también se incluye los quiriquíres y tomuzas de los Valles del Orituco. La otra corriente se divide en otomacos y abaritocos que suben desde Guayana hacia Cabruta; los amaibas, guamos y apones que llegan desde el Apure y el Portuguesa y alcanzan en sus correrías hasta el Guárico medio.

Entre otras etnias precolombinas y su ubicación respecto a algunas poblaciones actuales se tienen a las tribus nómadas de güires, palenques, guaiquíries y píritus que merodeaban por el Valle de Ortiz en las temporadas de lluvia. En Tiznados vivieron los guaiquíries o guamonteyes. Dormían en ranchos armados en cuatro palos, se acostaban sobre cueros de venado que después arrastraban cuando viajaban. Eran nómadas y recolectores.

En este sentido, la investigadora y Doctora en historia y geografía egresada de la Universidad Complutense de Madrid, VARGAS ARENAS (1981) en su obra Investigaciones Arqueológicas en Parmana: Los sitios de La Gruta y Ronquín Estado Guárico señala que las principales tribus indígenas que habitaron las tierras precolombinas guariqueñas fueron eminentemente nómadas y hace una descripción de esos grupos, los cuales pasaban la mayor parte del año errantes y descansaban en un asentamiento o base central. Tenían una densidad de población muy baja. Los grupos no pasaban de 25 familias emparentadas unas con otras. Recolectaban raíces silvestres, cazaban y pescaban. Por supuesto, no conocían la agricultura. Se embriagaban con chicha fuerte de distintas semillas.

La misma fuente indica que los guamos comían caimanes, aborrecidos por otros indígenas; los guamonteyes usaban arcos, flechas y fisgas, este último instrumento es un arpón de tres dientes; los otomacos en su fase estable cultivaban el maíz de dos meses, el cual en ese tiempo crece, echa mazorca y madura; los betoyes se cubrían el cuerpo desde las axilas hasta la ingle con una corteza de árbol. La mayoría de los estudiosos coinciden en afirmar que los indígenas del llano andaban desnudos; sin embargo, los guamos usaban un ceñidor ancho de algodón tan bien hilado que los españoles los adquirían. Estos mismos indígenas se pintaban antes de ir a la guerra y practicaban un tipo incipiente de cirugía: se separaban el filo exterior de sus orejas por una incisión en la cual se colocaban pequeños objetos que no querían perder o traer en sus manos

Por su parte, los guaiqueríes y guamonteyes --expone la misma fuente-- gozaban de aparente buena salud, los mismos son descritos como altos, morenos y de mucha fuerza; los guamos hacían festines, bebían y bailaban. A la hora de dormir lo hacían en el suelo. Eran buenos alfareros y hacían jarras de dobles asas para beber agua, utilizaban contra sus enemigos hechizos y venenos, aunque se desconoce la naturaleza de estos últimos.

De manera que este era el panorama general de la distribución y principales características culturales de los más importantes grupos aborígenes guariqueños al ser contactados por los primeros frailes colonizadores y fundadores de misiones, pueblos y villas españolas en estas cálidas tierras.

Al lado de todo esto, la selva de Tamanaco, nombre dado por el río que la atraviesa, comenzó a ser conocida a partir de 1536 cuando el conquistador Antonio Cedeño la cruza completamente, encontrándola habitada por palenques y cumanagotos, tribus que huyen en la segunda mitad del siglo XVIII. Estos indígenas aceptan el intento colonizador de los capuchinos de Tucupido, pues estas etnias practicaban el incendio a la vegetación, la caza, la tala, llevaban una vida rudimentaria que poco a poco fue cambiando por la acción evangelizadora de los misioneros.

De acuerdo con SIERRA SANTAMARÍA (1975, p.40) en su libro Sitios históricos del Estado Guárico, el tranquilo y sereno pueblo guariqueño de Tucupido fue fundado en 1760, ubicado en una planicie a 130 metros sobre el nivel del mar con temperatura media de 27o C. La jurisdicción de Santo Tomás de Tucupido contaba con una extensión de una legua por los cuatro vientos.

Más adelante, la misma fuente SIERRA SANTAMARÍA (1975; p. 40/41) con el fin de dar una mayor información sujeta a la rigurosidad histórica respecto a la fundación de dicho pueblo nos trae a colación al autor guariqueño De ARMAS CHITTY (1961) quien en su obra Tucupido, Formación de un pueblo del llano explica que.

Durante el año de 1760, en una altiplanicie, a poca distancia de la última variante de Quebrada Honda se detiene el misionero capuchino andaluz Anselmo Isidro Ardales, clava una hermosa cruz en el sitio elegido para fundar el pueblo, busca los indios incultos, se hace entender por medio de los intérpretes, les habla con dulzura y con dominio, y les invita a construir ranchos. El mismo capuchino ayuda a cortar los árboles y con los nativos riega la palma sobre las varas torcidas que forman el techo de los ranchos, los cuales empiezan a levantarse en línea recta para formar las calles. Un caney es destinado para la capilla… (p. 40/41)

Así pues, fray Anselmo Ardales funda el 5 de mayo del año 1760 de la Era del Señor el Pueblo de Indios de Santo Thomás Apóstol de Tucupido con una población de 200 miembros de las etnias de los cumanagotos y los palenques, abre el Libro de Bautismos y registra para la historia el primer nacimiento ese mismo día. La primera defunción ocurre el 20 de mayo; es decir, 15 días después.

Con todos estos hechos narrados, definitivamente Santo Thomás Apóstol de Tucupido había entrado por el portal grande de la historia de los llanos de la Provincia de Caracas, hoy, por la historia de los llanos guariqueños.

Transcurrido el tiempo, el fraile Ardales fue sustituido por el franciscano Félix de Granada, quien continuó la obra progresista de aquel, pues ambos enseñaron en su debido momento a los indígenas a elaborar el pan, ladrillos, sembrar el maíz y construyeron el convento, luego --cuando se creó el curato-- se encargó de este el primer sacerdote venezolano Pedro José Ron y Tovar.

En el citado libro Tucupido: formación de un pueblo del llano, escrito por DE ARMAR CHITTY (1961) se presta mucha atención al atrayente y original tema de la formación de los pueblos del llano. Dicha obra es el reconocimiento a la nobleza del fraile Anselmo de Árdales, quien ---antes y después de fundar a Tucupido--- defiende a cumanagotos y palenques de la geofagia de los terratenientes españoles y criollos quienes en más de una oportunidad les quemaron los ranchos. En este trabajo se describe --además-- la interesante presencia de un Cabildo de Indios.

Explica el notable historiador tachirense VELÁSQUEZ, R. J. (1979) en el Discurso de Contestación a José Antonio De Armas Chitty en su incorporación como Individuo de Números de la Academia Nacional de la Historia Venezolana, que

Fray Anselmo de Ardales enseñó a los indios muchas situaciones interesantes: a guardar agua para el verano en cajas de madera, a hacer pan, a levantar paredes, como las del convento, a preparar el piso de los zaguanes utilizando piedrecillas y huesos de animales, a sembrar mejor sus conucos de maíz. Ardales y después el fraile franciscano Félix de Granada trabajan por Tucupido casi cuarenta años de la segunda parte del siglo XVIII.

Dentro de este contexto, muchos historiadores como Lisandro Alvarado, Bartolomé Tavera Acosta, Tulio Febres Cordero, Eduardo Picón Lares, Luis Eduardo Pacheco, Vicente Dávila, Lucas Guillermo Castillo Lara, Guillermo Morón y el propio De Armas Chitty, entre otros, consideran que el análisis del factor geográfico es el primer colaborador de la historia, pues entre otras cosas aclara errores sobre la fundación de los pueblos. El dato geográfico en los textos históricos cobra excepcional importancia cuando se plantea el problema de la delimitación entre estados o provincias.

Así pues, estos investigadores y estudiosos de la historia venezolana dedicaron --y han dedicado-- todo su empeño en descifrar claves fundamentales de nuestra historia, en conocer el pasado de las provincias, recorriendo muchas veces sus extensos territorios, revisando abandonados archivos parroquiales y revelando facetas desconocidas u olvidadas para conocer y comprender la evolución misma del proceso y del acontecer histórico colonial de las antiguas provincias de Mérida (es decir, Mérida, Táchira y Maracaibo), Nueva Andalucía, Guayana y la de Caracas, las cuales a partir de 1777 se unieron o integraron con el nombre de Capitanía General de Venezuela.

LA LLEGADA DEL OBISPO MARTÍ

Sigue corriendo el tiempo inexorablemente y el 6 de marzo de 1783 el joven pueblo de Tucupido fue visitado por el obispo Mariano Martí, quien encontró allí 483 indígenas, un matrimonio español, un fraile y 105 casas.

Años después se convierte en un sitio de hatos de ganado. Además, siempre ha sido centro económico de un territorio de hatos dispersos. Entre el 29 y el 31 de octubre de 1791, los propietarios Cristóbal Salvatierra y Manuel López hicieron donación de estas tierras a los indígenas del pueblo.

ÉPOCA INDEPENDENTISTA Y ALGO MÁS:

Durante la Guerra de Independencia, a partir de 1813, Tucupido fue escenario de diversos encuentros entre las tropas republicanas y realistas. El 1 de febrero 1814 fue ocupado por los patriotas después de haber servido como escenario de los movimientos del Ejército de Oriente en su marcha hacia el centro. El 4 de mayo de ese mismo año Pedro Zaraza derrotó allí al realista N. Barrazola. En este mismo pueblo fue fusilado cobardemente el prócer independentista general José Félix Ribas el 31 de diciembre de 1815. En otro encuentro independentista, el oficial patriota José Jesús Barreto venció a las tropas realistas al mando de Gregorio Armas en mayo de 1819.

Entre los años 1822 y 1828 Tucupido sufrió los azotes de bandoleros, quienes en varias oportunidades saquearon e incendiaron al pueblo, lo cual hizo que sus pobladores se retiraran a los campos y los frailes emigraran de la región. Para colmo de males, muchas fustigaron la población en general. Para 1842 arribó al poblado el presbítero Juan Santiago Guasco quien se ocupó de la salud corporal de sus feligreses, debido a que un fuerte brote de Cólera azotó inclementemente toda la población.

Así, con la vista en alto, Tucupido marchó dispuesto y hacendoso por los siglos XIX y XX.

Ahora --en el siglo XXI-- el municipio José Félix Ribas, su capital Tucupido y su gente cordial, maravillosa y emprendedora, avanzan decididamente con pasos agigantados hacia su propio destino.

Muy buenas tardes para todos y, gracias por haberme oído.


FUENTES CONSULTADAS

ARMAS CHITTY, José Antonio de (1979) Historia del Guárico. San Juan de Los Morros. Ediciones de la UNERG.

ARMAS CHITTY, José Antonio de (1961) Tucupido: formación de un pueblo del llano. Caracas. Ediciones del Instituto de Antropología e Historia. Facultad de Humanidades y Educación. Universidad Central de Venezuela (UCV).

LORETO LORETO, Blas (1964) Por el Guárico. Escritos y Compilaciones. Caracas. Editorial Villegas Venezolana. Volumen I.

MALASPINA, Edgardo (2004) Historia de la Medicina en el Estado Guárico. San Juan de los Morros. Editorial Guárico. Gráficas "Los Morros". 105 p.

ROMERO, Degnis (2009) Oxigenando neuronas: Tucupido cincuentero. [Documento en línea]. Disponible En: http://sanjuandelosmorros.blogspot.com/2009/04/oxigenando-neuronas-tucupido.html. Administrado y publicado por Jeroh Montilla. Tomado del Blog: Degnis ft. Victoria Secreet (http://degnis.blogspot.com/). 02 de Abril del 2009. [Consulta: viernes 16 abril, 2010].

ROMERO, Degnis (2010) 250 Años de Tucupido. [Documento en línea]. Disponible En: http://sanjuandelosmorros.blogspot.com/250-años-de-tucupido.html. Administrado y publicado por Jeroh Montilla. Tomado del Blog: Degnis ft. Victoria Secreet (http://degnis.blogspot.com/). Miércoles 10 de febrero del 2010. [Consulta: sábado 17 abril, 2010].

SIERRA SANTAMARÍA, Tito (1975) Sitios históricos del Estado Guárico. San Juan de Los Morros. Talleres de la C.T.P. 472 p.

VARGAS ARENAS, Iraida (1981) Investigaciones Arqueológicas en Parmana: Los sitios de La Gruta y Ronquín Estado Guárico. Caracas. Ediciones de la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. 574 p.

VELÁSQUEZ, Ramón José (1979) Discurso de Contestación a José Antonio De Armas Chitty en su incorporación como Individuo de Números de la Academia Nacional de la Historia Venezolana, Caracas, 02/08/1979. Material mimeografiado.

Un día de marzo 1934. San Juan de los Morros. Semblanza I

Ponencia leída en el Primer Encuentro de Cronistas, Historiadores e Investigadores en el marco de la celebración de los 230 años de la Parroquia Eclesiástica de San Juan de los Morros. Casa de la Cultura Victor Manuel Ovalles. 28 de mayo del 2010

Elisa Pineda de Belisario








Fue un día de sol esplendente: yo venia de mi mundo de planitudes donde a lo lejos el alto cielo azul bajaba y en línea recta se cosía a la orilla del verde suelo. Yo, raramente silenciosa, embobada, por el lado derecho del automóvil miraba un “papeloncito todo verde”. Es un cerrito, dijo mi madre… pasamos la alcabala después que la policía bajó la cadena, vimos la bomba de gasolina del señor Andrés Muñoz, pasamos por la FE GOMERA, más o menos donde hoy está el edificio de los Tribunales. Estábamos entrando a la calle Bolívar de San Juan de los Morros. Explico: la calle de tierra, ¿larga o corta? por las curvas, lo ancho y estrecho, lo alto y lo hundido, los árboles y arbustos, no se podía saber, cuando llegamos a “la Vuelta de Juan Flores” supe que habíamos entrado por el final de la calle, veámosla ahora como es, de Juan flores a los Llanos: las cuadras, unas largas y otras cortitas con cruces a derecha e izquierda y a barrancos, montes o arroyitos estacionales, las trasversales con frecuencia eran solamente casas “al boleo” donde la accidentada topografía las permitía. El precioso casquito central vamos a fijarlo desde la vuelta de Juan Flores hasta el Carabobeño por el lado derecho, y por el izquierdo, en el cruce para El Macuto (Av. Sendrea).

Al comienzo de la calle denominada Bolívar hasta la zona Educativa por el lado derecho y la casa Castillo por el izquierdo, el terreno se empinaba y declinaba pronunciadamente. Las casas eran en su mayoría de bahareque, tejado “vano”, horcones, cemento, ventanas de madera y poca altura, muy lindas.
Una retrovisión rápida del lado derecho desde donde empieza la curva nos muestra lindas casitas como las de las hermanas Barreto, la señora Enma Sáa y otras que fueron posteriormente demolidas por la Gobernación del Estado para construir el Hogar de Niñas Huérfanas a ser atendido por monjas de la Congregación de San Francisco de Asís y otras que fueron residencia del señor Pilar Parra y familia, la numerosa familia Ron, la familia Cedeño con numerosa descendencia sanjuanera y otras sin olvidar a un gigantesco ciudadano alemán que se hizo muy popular. La visión actual está integrada por una casa que con la memoria de las de su pueblo construyó a medias el calaboceño Leopoldo García Estevez al inicio de la curva frente al comercio del señor Juan Flores (allí está sin añadidos); en plena curva en el más alto nivel del terreno, el señor Lucio Pérez Correa levantó una enorme casa de dos pisos en la que funcionó por los años 50 la tétrica Seguridad Nacional donde entre otros, fueron torturados Antonio Fontainés y Felipe Ascanio Jiménez; en los 80 hubo allí una residencia estudiantil (comenzaba la UNERG) en el sector destaca la casa “Los Olivo” de la familia Olivo Barreto - Pimentel donde funcionó la comisión para el estudio de creación de la UNERG; demolido el Hogar para Niñas Huérfanas y otras dos casas hay un espacio que fue donado en los años setenta al Colegio de Ingenieros, locales comerciales, un estacionamiento, y un edificio de oficinas del señor Angelo Donnaruma donde funciona la Cámara de Comercio, un local comercial y termina la cuadra con una farmacia, esquina calle Cedeño. Por el lado izquierdo han desaparecido casi todas las viejas casas de bahareque de las familias Montañéz, Rodríguez, Tovar, Flores - Utrera, la del comercio del Señor Erasmo Rodríguez y un inmueble familiar muy bueno: pisos de cemento, corredores, patio más bajo herbáceo, frondoso limonero, pilares redondos, ventanas de hierro, buenas puertas, desde 1934 fue casa parroquial, Escuela Ramón F. Feo, Escuela de artes y Oficios, y Liceo Roscio, la cuadra ofrece ahora un gimnasio, centro odontológico, casas familiares, restaurantes chinos, Edificio J.M., estacionamientos privados, sala de cine abandonada, Quinta Asor, edificio en construcción, Casa de la Cultura Víctor Manuel Ovalles y dos cafetines. Entre la Casa de la Cultura y los cafetines había un espacio como de un metro y medio de ancho con dos o tres hermosas palmeras.
A partir de la calle Cedeño a la calle Zaraza mencionamos por el lado derecho, la sólida casa de comercio de José Díaz Martínez, piso de baldosas blancas y negras; una larga construcción de las familias Rodríguez, Benítez, Benítez Perera, las encontré similares en las alturas trujillanas, bellísimas; seguía hasta la esquina otra vivienda de familiares del núcleo Torrealba Fragachan y Castillo Toro-Torrealba; ahora vemos comercios variados y en la esquina donde estuvo primero la Casa Castillo hay un edificio ocupado por la Zona Educativa. Por el lado izquierdo: la casa del Maestro, construida como escuela comedor durante la administración regional del Doctor Rafael Zamora Arévalo, el resto de la cuadra es de casas típicas de la localidad, sobre un nivel muy alto en relación con la calle, habitadas entre otras por la familia Olivo Zerpa, la pensión Miranda, el negocio del señor Lucio Pérez Correa donde hasta hace poco se sacaban copias de llaves, una casa de adobones y otra en buenas condiciones llamada “del tamarindo” por el lindo árbol del frente, allí estuvo por años el Registro Principal del Estado entre cuyos registradores se recuerda al Abogado Salazar Leañez, en los años cincuenta desapareció el tamarindo al construirse la nueva Casa Castillo. Las otras dos esquinas de esta cuadra eran la casa de bahareque donde estuvo la sastrería Suez (der.) del ciudadano rumano Felipe Yaquer que amó y fue amado por San Juan de los Moros y a la izq. la familia González Zerpa en una muy buena residencia, allí funcionaba la central telefónica de San Juan. Siguiendo el hilo de la calle por el lado derecho, el terreno subía considerablemente y se consigna la casa nueva de Don Antonio Pimentel personaje famoso del ámbito de mayor confianza de Gómez, donde estuvo desde 1936 al 38 la Escuela Ramón F. Feo, vecinos de la cuadra fueron la zaraceña familia Álvarez que tenían un hotel siempre ocupado por zaraceños: Diputado Dr. Cesar Aguilar, Ingeniero Salvador Armas, Abogado Dr. Rafael R. Egaña Ministro de Fomento cuando López Contreras y senador por el Guárico 1942-1945 (derrocamiento de Medina Angarita), la siguiente del Sr. J.R. Ron Morales y familia, Efraín Araujo y familia, el Hotel Marin venido de Calabozo en una casa de corredores a la calle soportadas por horcones de madera en rústico, continuaba la familia Power, sanjuaneros muy apreciados, la casa ruinosa de los legendarios antecesores del primer periodista de San Juan de los Morros (años 20) Don Daniel Scott Power, fue hermosa e inmensa, allí se construyó el local para la Escuela de Artes y Oficios en el Gobierno de Zamora Arevalo, hoy E.B.N. Dr. Vicente Peña y terminaba con la vivienda de la brillante sanjuanera Doña Emilia Benítez de Rodríguez, sus hijos y sus bellas hijas, en ese grato hogar se hospedaba por días el famoso investigador Dr. Victor Manuel Ovalles (farmacia) de progenie sanjuanera, la casa de esta familia estaba donde hoy es la panadería “La Milenaria”. En esta cuadra en los años 40 vivió Rafael Martínez Andreu y familia, ciudadano cubano exiliado por el dictador Batista que llego para la dirección de la Escuela de Artes y Oficios creada por el Gobernador Zamora Arevalo. Actualmente la cuadra (derecha) está constituida por una zapatería, la casa familiar González Zerpa, una floristería, varias viviendas pequeñas, comercios varios (a inicios de los años cuarenta en uno de éstos locales funcionó una cervecería del Sr. Arturo Requena que estrenaba esta bebida bajo el decreto del cuatro por ciento), estacionamiento privado, restaurante, cafetín, la E.B.N. Dr. Vicente Peña y para terminar el Banco de Venezuela. Por la izquierda a la sastrería Suez le seguía: la casa de familia de don Ramón Heredia y Doña Ángela Guirados de Heredia y su hijo, el recordado odontólogo san juanero Doctor Ramón Jesús Heredia G., le seguían Doña Rosa de Borges su hija Flor y los hijos de ésta, Diego y Néstor (abogados fallecidos) y Margot Bolívar Borges (activista de la sanjuaneridad) Doña Paula Fragachan de Torrealba sus hermanas Carmelina y María, don José Castillo Toro, su esposa Josefina Torrealba de Castillo sus hijos Carmen Teresa y Francisco Castillo Torrealba, Castillo Toro fue un alto y estimado empresario local; Don José Antonio Páez su esposa, la inolvidable gran mujer Clemencia Montenegro de Páez y los hijos José Antonio, Carmen Teresa y Mercedes Elena, de don Roseliano Ojeda había una casa muy linda: corredor, patio cuadrilátero más bajo y encementado, piso mas bajo que el entorno con una fuerte estructura de metálica calada para apoyo de una soberbia enredadera de triple nombre: treyolí, carácter de hombre y melero de jardín, habitada por Don Julio Braash y María Teresa Plaza Márquez y su hija Margarita Braash Márquez de quien su hijo Emilio Arevalo Braash sanjuanero Coronel (R) escritor y poeta dice “nombre de flor hecho mujer”, Don Julio fue coprotagonista de la creación del acueducto y la planta eléctrica del pueblito sanjuanero y participó en la instalación del faro de los Morros; la casa ocupada por los maestros, Jose I. Pineda (poeta y cuentista) y María Elisa Crasto Penso de Pineda, los hijos Tulio, Nora, Jacobo y Elisa, más la querida NANA –Sra. Alejandrina Martínez-; la vivienda tenia una habitación frontal con dos puertas donde funcionó la primera biblioteca publica: “Codazzi” y su bibliotecario fue el entonces novel poeta Ernesto Luís Rodríguez; seguidamente la cuadra terminaba con la casa de familia del señor Abraham L. Bencid, su esposa Florinda Olivo Dorta de Bencid y los hijos Stella, Piedad, Flora y Alfredo, en el ala izquierda de la casa funcionaba la tienda con las telas mas bellas para ropa femenina, cuando venían a San Juan Gómez, su familia y su numeroso acompañamiento, las hijas del General especialmente Berta que era la más joven, compraban allí y les confeccionaban las prendas de vestir algunas costureras muy buenas de la ciudad, se incorporó, de entre las nuevas familias domiciliadas aquí, doña Concepción (Concha) Hernández de Belisario, en la esquina contigua estaba la Farmacia Nueva del Señor Antonio Infante cuya esposa Antonieta, falleció en 1938 o 1939, fueron los hijos de este matrimonio los queridos y recordados Julio Cesar (médico), Miguel, Rodrigo, Marcos (fallecidos) y Ney ampliamente conocido por todos en la Farmacia Miranda. En la actualidad esta cuadra por el lado izquierdo, está distribuida de la siguiente manera, en la esquina un estacionamiento privado, seguido de una clínica médica, tintorería, comercios varios, otro estacionamiento privado, edificio de oficinas y en su planta baja el Banco Federal y para terminar, un edificio de apartamentos y oficinas y en su planta baja se encuentra el Banco Mercantil.
Continuaba esta cuadra al lado izquierdo con una vieja casa muy sanjuanera habitación de Don Manuel Olivo con su esposa muy querida por todos, Doña María Luisa Barreto de Olivo y los hijos Manuel y Enrique (Cronista de la Ciudad); luego la casa muy clara y pulcra de las dos Hermanas Ovalles, había un ala comercial siempre estuvo ocupada con una sastrería por la que pasaron varios dueños: Toscano Monsalve, el Señor Farías y un joven ligado a la radio y la música, miembro de la estimada familia Alvarez de Puerta Negra hoy calle Zamora. Apenas llegada la capital el Presidente del Estado Coronel Ignacio Andrade (descendiente del presidente Andrade siglo XVIV y yerno de Juan Vicente Gómez) hizo construir un pequeño y confortable edificio para la época, como recinto de la cárcel pública del Estado y conjuntamente al lado en la esquina una magnifica casa donde vivía el Señor Rodríguez Garmendia alto funcionario del régimen; esta cuadra la vemos ahora así: Banco Caroní, comercio de electrodomésticos, panadería, el Hotel Palace, edificio de vivienda y comercio y para terminar, con el controvertido edificio de la Biblioteca Publica Central Rómulo Gallegos en espera de se iniciación en el servicio para el cual fue creado.
La cuadra fue inolvidable: un túnel vegetal de hojas perennes la cubría de belleza y frescor.
Por el lado derecho estaban en este orden la oficina de telégrafos, la larga casa comercial de sólida construcción y tejado con cornisas del muy respetado Don Adolfo Zerpa en cuyo almacén trabajaron haciendo de todo, los conocidos y queridos vecinos de este pueblo… Joselo… y Simón Díaz; una casa de buenas paredes y hermosa ventana de hierro, cornisa y piso de mosaicos donde funcionó la oficina de correos y habitó el director de dicha oficina Sr. Pérez Maica, su esposa Doña Esperanza Ríos de Pérez Maica y sus hijos Enrique (abogado) fallecido en Delta Amacuro, Esperanza, casada con Ernesto Luis Rodríguez, Totón y Lalo, de niño famoso ejecutante interprete y bailarín del joropo, el cuatro y las maracas y al lado una amplia y buena casa del importante sombrereño Don Luís Mota donde funcionó en los años cuarenta el Banco de Venezuela primero de la ciudad y cuyo primer gerente era el Sr. Uzcátegui, una amplia vivienda y casa de comercio con garaje por la calle Mariño, donde tuvo un negocio Don Gustavo Infante y donde vivió la familia zaraceña Toro Troconis, inmueble sustituido por el Cine Central llamado también Bolívar y El Patio, demolido más tarde a los fines del “boom” inmobiliario actualmente cuenta con el telégrafo, y pequeños comercios, aunque en los años sesenta - setenta hubo un importante centro comercial de firma villacurana en la propiedad mencionada del Sr. Adolfo Zerpa, el indicado buen inmueble de la esquina Bolívar y Mariño desapareció para dar lugar a un edificio de apartamentos y local comercial (Tremenditos).
El sector que hemos descrito hasta la calle Mariño contaba como el resto de la población con servicio de acueducto, redes de cloacas, de energía eléctrica y comunicación telefónica.
A MANERA DE EXPLICACION; cuando recibí la honrosa invitación para participar en esta noble expresión de sanjuaneridad pensé hacer un trabajo diagramado que me permitiese informar al máximo con el mínimo tiempo: columnas, gráficos diversos y cuantos datos fueren necesario, pero no pude, siempre la lectura o estudio de gráficos de sentido socio cultural los he sentido de hielo. Lo que siempre se me impone en cuanto a vivencias es esta necesidad palpitante, expectante de calor humano y vida, necesidad sin explicación ni definición de convivir, compartir, soñar, llorar y reír. En la presente oportunidad, en esta minima entrega hay premura y alborozo para hacer que sientan conmigo mis asombros por este pueblito que me entregó diminuto e increíble regazo cuando me desprendía compungida de un cielo que descendía para tocar el hilo de la sabana y me acogió con un monte irguiéndose para tocar el cielo.
Ojala mis palabras hayan trasfundido estos sentimientos.

Elisa Pineda de Belisario. C.I. 837.600

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.