miércoles, 13 de enero de 2010

Un libro de los altos de Guárico y Anzoátegui

SILLETA DE CUERO


Alberto Hernández


1.-

Donde se allegan los altos de Guárico y Anzoátegui comienza la voz de Jesús Saume Barrios, por eso lo sentimos de perfil en la imagen de Carlos Armas Ponce, allá en Uchire, en junio de 1982, y también en las palabras de entrada de Juan Zeiden, para extendernos en la Silleta de cuero, un libro escrito en la puerta de cualquier casa del país lejano de los cuentos familiares, de la pequeña tribu reunida alrededor de las voces de los mayores, del imaginario de una tierra que tejía el mundo con toda la pasión de nuestros muertos, hechos verdad desde la misma verdad, con las variaciones que la osadía de la gente practicaba en su cotidiana revelación.

Las páginas de este tomo corren por los apelativos de Guanape, Valle de Guanape, San José de Guaribe y Sabana de Uchire, donde fantasmas y duendes cavilan para dejar la huella en boca y oídos de quienes saben decir la historia menuda, las murmuraciones y las cosas que se asencillan en el alma, pero que ha sido los huesos de toda nostalgia germinada en esta tierra seca y húmeda a la vez,

2.-

Este libro de don Jesús Saume Barrios, quien no lo vio publicado puesta que alguien lo convidó a otro libro donde están vivos los personajes que relata y existen todas las páginas, lee y confirma –porque los libros animan desde sus olores y colores- la mirada que se eleva hacia las montañas donde la geografía se acusa, en sentido ecuménico, de densa y celestial, por ser copa de niebla y de palabras.

Los “cuentos” de don Jesús tienen rostro en las añosas fotografías de Calixto Vicente Armas Itriago, el General “Veneno” Manuel Itriago Armas, José Manuel Garcés Itriago, Jossé Antonio armas Domínguez, Francisco de Paula Martínez, Carlos Correa Rodríguez, Felipe Carpabire, Pablo Méndez, Arturo Graffe Armas, José Francisco Martínez Boyer, todos de la frondosa textura de Armas Alfonso. Tantos Armas juntos da la impresión de una gran casa de familia en la que los pueblos entrañan un sorbo de susurro mágico.

3.-

Alfredo Armas Alfonso, en un epílogo que jamás debería terminar, titulado “El compañero que se olvidó”, dice de don Chucho Saume: “…es el autor de este libro y de otro anterior con título de Guanape, que es como se llama de otra manera la forma de querer a algo que está en la sangre y en la saliva de cada quien aquí venido a este territorio junto a un río antiguo que remecía el sueño con el fragor arrastrado de su peidra, entre vientos de flores de tiamo, ya apagado y sin eco el vocerío de las soldadesca…”, y se queda AAA en el buen gusto de saborearlo en esa sintaxis indetenible de su afán por aquel país que hoy es sólo un recuerdo.

Guanape es la arcadia en la escritura de Jesús Saume Barrios, la tierra en los ojos para mirarla con ardor, para comerla de las voces que se han olvidado. Por eso la porfía de hombres como Rafael José Muñoz, el poeta alucinado de todos los soles, el de la imagen trabajosa y la convicción de inmortal en “Zona Franca” con Juan Liscano. Por eso las cartas y telegramas, las hojas sueltas de los civiles y militares que devengaron los ríos, las piedras, los inviernos y los veranos -que son lluvia y sequía, rastrojales-, las bondades curativas de toda vegetación, la muerte y la vida sobre un caballo, mientras el cauce desmira la bodega donde alguien sentado en una silleta de cuero cuenta y memoriza el mundo de Guanape, el cosmos de Chucho Saume, quien creía que “con honesta convicción, que ser de Guanape garantizaba la condición de buena gente”, así lo dijo Alfredo Armas Alfonso recostado de un pared, mientras en el bajo del roble primigenio de Valle Guanape surte efecto visible la ladera de un cerro, cerca de un cielo grabado en gris.

FOTOGRAFÍAS DE LA HISTORIA


Previa la inauguración, en el año 1968, de la urbanización conocida como Ciudad Torrealba en la población guariqueña de Altagracia de Orituco, se realiza en la casa del Sabio José Francisco Torrealba una animada reunión preparatoria para los actos protocolares. En ella participan destacadas figuras nacionales y regionales de la salud y del gobierno. Podemos identificarlas de izquierda a derecha. En primer lugar un funcionario cuyo nombre desconocemos, sigue el arquitecto Fermín Bañeras, de inmediato el Doctor Arnoldo Gabaldón, ministro de Sanidad, a su lado otra persona que no reconocemos; en el centro la figura del anfitrión, el Doctor José Francisco Torrealba, le sigue el Gobernador del estado Guárico el Doctor Daniel Corado Belisario, (al principio no identificado pero posteriormente es un dato que nos suministra nuestro buen amigo el abogado Rubén Páez), después está el ingeniero Cesar Quintana Romero, Director de Malariología en Maracay, sigue el ingeniero Antonio Arias, después el Licenciado Mora Marquez y por último el licenciado Emilio Vargas, con 35 años para el momento, poseedor de la fotografía original, y quien hoy a sus 75 años, nos suministra los datos de los presentes. (Jeroh Montilla. Si desea ver con más nitidez y detalles la fotografía, haga click sobre la misma)

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.